Estados Unidos está sufriendo escasez de leche de fórmula infantil. Según Datasembly, empresa dedicada a proveer datos de productos de supermercado, en abril de 2022 este producto tuvo un 30% de índice de agotamiento de existencias (un porcentaje que indica la escasez de algo: qué cantidad de producto debería haber en stock, pero no hay), alcanzó el 40% a finales de ese mes y ha tocado el 43% en la semana del 8 de mayo. En comparación, este producto tuvo un índice de agotamiento de entre el 2-8% durante el mismo periodo de 2021.
No existe una única causa responsable de este desabastecimiento, sino una cadena de sucesos que vienen desde el inicio de la pandemia de COVID-19 y que se profundizaron después de una alerta sanitaria emitida por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés). Te lo explicamos.
Qué provocó la escasez de leche de fórmula
El pasado 17 de febrero, la FDA publicó una nota informativa en la que advertía a los consumidores que no tomaran leche de fórmula infantil en polvo de Similac, Alimentum o EleCare. Estas fórmulas para bebés, todas fabricadas por Abbott Nutrition en su planta en Sturgis (Michigan), fueron retiradas del mercado después de que una investigación revelara que podrían estar contaminadas con Cronobacter sakazakii.
Según detallan los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC), el Cronobacter sakzakii es un microbio poco frecuente que puede estar presente en los alimentos secos, como la fórmula infantil en polvo. Puede causar diarrea e infecciones urinarias, pero en bebés puede derivar en una infección grave.
Así, la FDA reportó cuatro eventos adversos relacionados con esta contaminación con Cronobacter y dos fallecimientos en los que esta bacteria “puede haber contribuido a la causa de la muerte”. Los eventos adversos se han reportado en los estados de Minnesota (1), Ohio (2) y Texas (1).
Esta alerta sanitaria de la FDA motivó que Abbott retirara voluntariamente todas las leches de fórmula en polvo producidas en esa planta de Michigan: “Durante las pruebas realizadas en nuestras instalaciones de Sturgis, encontramos signos de Cronobacter sakazakii en zonas que no están en contacto con el producto”, indicó la empresa en un comunicado.
Al cierre de una planta que fabrica múltiples leches de fórmula infantil se le suma los problemas generados en la pandemia por el desabastecimiento y escasez de productos a nivel mundial. Javier Vázquez Rojo, investigador de la Universidad Camilo José Cela en Madrid (España) y experto en economía internacional, explicaba en octubre de 2021 a Maldita.es que esta situación se relaciona con que “todavía no nos hemos recuperado de la crisis económica del coronavirus”. “Al volver a reactivar el consumo y la producción, se están provocando cuellos de botella, ralentizaciones en una de las fases de la cadena de producción, que afectan a todo el mundo”, detalla Vázquez Rojo. A esto se le suma que los puertos desde los que se envían materias primas y las fábricas sufren de brotes de COVID-19 y escasez de trabajadores.
El caso es que la demanda y venta de leche de fórmula “no cambia demasiado en tiempos normales, por lo que las fábricas normalmente no tienen la capacidad de acelerar la producción rápidamente”, apunta Rudi Leuschner, experto en cadenas de suministro en la Universidad Rutgers de Nueva Jersey, en este resumen de la crisis de fórmula infantil para The New York Times. Por este motivo, otras plantas que fabrican este producto no han conseguido suplir la escasez de producción de la planta de Sturgis.
La concentración industrial y la rigidez del programa de cupones de WIC, otras partes del problema de escasez
A los problemas sobrevenidos de la pandemia y una alerta sanitaria se le suma una característica de las empresas que producen leche de fórmula en Estados Unidos: es una industria altamente concentrada, con tres empresas -Abbott, Gerber y Mead Johnson/Reckitt-produciendo prácticamente todas las fórmulas del mercado estadounidense.
Esta alta concentración industrial provoca que las empresas tengan menos competencia en el mercado, lo que no les incentiva a reducir los precios de sus productos y en escenarios de escasez, los consumidores tienen más problemas para reponer un producto. Thomas Philippon, economista de la Universidad de Nueva York, llama a esta tendencia “the great reversal” (el gran retroceso).
Y hay una cosa más: a esta alta concentración se le suman los requisitos del Programa Especial de Nutrición Suplementaria para Mujeres, Bebés y Niños (llamado WIC, por sus siglas en inglés), una línea de cupones de ayuda federal destinada a familias de bajos ingresos para que puedan adquirir productos necesarios para bebés, embarazadas y niños en riesgo nutricional. Según estimaciones del Gobierno y que publica el medio Time, más de la mitad de la leche de fórmula de Estados Unidos es adquirida por familias adscritas al WIC.
Sin embargo, los cupones del WIC sólo permiten a sus familias adquirir leche de fórmula de determinadas marcas, dependiendo del Estado. Por ejemplo, los residentes de California únicamente pueden adquirir fórmulas Enfamil, marca de Mead Johnson. Esto es especialmente problemático en aquellos estados donde Abbott es la empresa que tiene el contrato del WIC. El Gobierno federal ya está tomando medidas para flexibilizar estos requisitos e intentar que las leches de fórmula lleguen cuanto antes a las familias del WIC, informa NPR.
Por qué la leche de fórmula es tan importante
La leche materna y la leche de fórmula son, literalmente, los dos alimentos imprescindibles para la alimentación humana. Durante los seis primeros meses de vida, un bebé necesita uno de los dos para sobrevivir, y de ahí hasta su primer año es esencial para que tenga un desarrollo saludable.
Según explica el Servicio Nacional de Salud de Reino Unido, la leche de fórmula, también llamada leche infantil o fórmula para lactantes, es un producto hecho a partir de la leche de vaca -aunque se pueden preparar con leche de otras procedencias- que se ha tratado y modificado para que sea apropiada para bebés. Entre las modificaciones está la inclusión de proteínas, azúcares, grasas, vitaminas y minerales que son esenciales para la salud del bebé e intentan emular la leche materna.
Es un producto que puede venderse en varios formatos: en polvo, que pueda calentarse con agua; en una especie de concentrado, que también necesita mezclarse con agua; o en una fórmula líquida lista para ingerir, que tiende a ser más cara.
La lactancia materna no siempre es posible
La leche materna es la mejor opción nutricional para los bebés sanos durante sus primeros meses de vida. Existe un sólido consenso científico sobre este asunto por parte de instituciones científicas como la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), y la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés).
Sin embargo, no siempre es posible (en ocasiones tampoco es deseado) proveer de leche materna. Miguel Ángel Lurueña, tecnólogo de alimentos y que sigue de cerca esta crisis de escasez, recuerda que en Estados Unidos no existe una baja por maternidad y es el único país de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) que no cuenta con esta baja pagada a nivel nacional.
“Es cierto que existe la posibilidad de utilizar un sacaleches para almacenar leche materna y ofrecérsela a los bebés en biberón, pero a la hora de la verdad es complicado llevarlo a la práctica (por ejemplo, si la madre ya se ha incorporado al trabajo, debe disponer de tiempo, un lugar donde poder hacerlo, recursos para almacenar la leche en frío y un largo etcétera)”, precisa Lureña en un artículo de su web.
Según el Boletín sobre la lactancia materna, un informe bienal del CDC, sólo el 46,9% de los bebés estadounidenses recibe leche materna exclusivamente hasta su tercer mes de vida, un porcentaje que baja hasta el 25,6% en el sexto mes de vida, que es hasta el que recomienda la OMS.
Cuidados y precauciones de la leche de fórmula
A pesar de los controles sanitarios que le exige la FDA, la leche de fórmula requiere de ciertos tratamientos para asegurar que se administra de manera correcta y segura. Lurueña comparte en su cuenta de Twitter una infografía de cómo debe prepararse este producto para administrarse en un biberón.
Además de estas instrucciones, la Clínica Mayo proporciona en su página web siete pasos a cumplir para que la leche de fórmula sea completamente segura: revisar la fecha de caducidad; lavarse las manos; esterilizar biberones, tetinas, tapas y anillos antes de usarlos por primera vez y lavar estos utensilios con agua caliente y jabón en próximos usos; agregar agua limpia (de grifo o embotellada); medir la cantidad que se emplea de agua y leche; calentarla si es necesario; y almacenar la leche refrigerada durante no más de 24 horas.
Por último, la FDA no aconseja preparar una leche de fórmula casera: no cuentan con una evaluación de la administración, pueden carecer de nutrientes esenciales para el crecimiento del bebé y podrían causar una contaminación por falta de tratamiento sanitario adecuado. Del mismo modo, también advierte que no se intente “alargar” la cantidad de producto restante agregando más agua de lo normal ni se adquieran por canales no oficiales de internet.
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