Los microplásticos están flotando en el aire, cayendo con la lluvia sobre montañas y ciudades, en la nieve y el hielo antártico, en océanos de todo el planeta y en bebidas y alimentos, como el pescado, la miel y el agua del grifo. Además, un equipo de científicos italianos ha detectado estas partículas en la leche materna que, pese a ello, sigue siendo la mejor opción para los lactantes gracias a su aporte de nutrientes. Te explicamos qué sabemos sobre la presencia de microplásticos en este alimento y su impacto en la salud humana.
De la leche materna a la placenta: dónde se han detectado microplásticos
Los investigadores que han detectado microplásticos en la leche materna publicaron sus hallazgos en la revista científica Polymers en junio de 2022. Tras analizar muestras de leche de 34 madres, encontraron este tipo de partículas en 26 de ellas.
Este equipo de científicos ya había detectado anteriormente microplásticos en muestras de placentas humanas (que conectan el feto al útero de la madre y permiten que éste reciba los nutrientes, la sangre y el oxígeno de ella), como recoge una revisión publicada en 2021 en la revista Environment International.
Los autores de ambos estudios consideran que estos hallazgos representan “una gran preocupación, ya que impactan en la población extremadamente vulnerable de los lactantes”. “Las sustancias químicas posiblemente contenidas en alimentos, bebidas y productos de cuidado personal que consumen las madres que amamantan pueden transferirse a la descendencia, lo que podría ejercer un efecto tóxico”, señalan.
Por qué la lactancia materna es buena para los bebés
No obstante, es importante tener en cuenta que las ventajas de la lactancia materna son mucho mayores que los inconvenientes que puede tener la presencia de microplásticos en la leche. Así lo explica en el periódico The Guardian Valentina Notarstefano, una de las autoras de la investigación: “Los estudios como el nuestro no deben reducir la lactancia materna de los niños, sino aumentar la conciencia pública para presionar a los políticos para que promuevan leyes que reduzcan la contaminación”.
De hecho, los autores del estudio aseguran que la leche materna es la mejor opción para los lactantes gracias a su aporte de nutrientes y a que favorece el sistema inmunitario. Además, otros estudios destacan también la posible exposición de los bebés a los microplásticos presentes en los biberones y en la leche de vaca.
En las últimas semanas también han circulado en redes sociales algunos contenidos que afirman que para los bebés es peligroso consumir leche materna de personas vacunadas contra la COVID-19. Pero no hay evidencias científicas de que sea así, como explica Factcheck.org, medio aliado de Factchequeado.
El efecto de los microplásticos en la salud humana es aún desconocido
Evaluar cómo los microplásticos afectan a la salud humana no es sencillo, ya que normalmente abarcan muchas formas, tamaños y composiciones químicas diferentes. La evidencia científica al respecto es limitada.
Los únicos estudios disponibles se basan en experimentos de laboratorio que exponen células o tejidos humanos a microplásticos o se realizan con animales, como ratones o ratas, según un artículo publicado en Nature.
Por ejemplo, una investigación publicada en 2020 en Chemosphere indica que los ratones alimentados con grandes cantidades de polietileno (un tipo de microplástico) sufren inflamaciones en el intestino.
Los potenciales efectos nocivos de los microplásticos en el cuerpo humano
Si bien el efecto de estos plásticos en la salud humana es aún desconocido, los investigadores tienen varias teorías sobre cómo las partículas de plástico pueden ser dañinas para el cuerpo humano, como indica un artículo de Nature. Si son lo suficientemente pequeñas como para ingresar en las células o tejidos, pueden provocar irritaciones simplemente por el hecho de ser una presencia extraña.
Por ejemplo, según destaca el autor del artículo, esto es lo que ocurre con otros materiales, como el amianto o asbesto, que no son microplásticos. Las fibras largas y delgadas de este grupo de minerales pueden inflamar el tejido pulmonar y, si se tragan, llegar a provocar cáncer en el aparato digestivo.
Aún hacen falta más estudios para determinar si los componentes químicos de los microplásticos pueden tener efectos en la salud (especialmente en la de los bebés). Así lo indican los autores del estudio publicado en Polymers, que sugieren también investigar la magnitud real del problema y cómo reducir la exposición a estos contaminantes durante el embarazo y la lactancia.
Los fabricantes agregan a los plásticos compuestos como plastificantes, estabilizadores y pigmentos. “Muchas de estas sustancias son peligrosas. Por ejemplo, interfieren con los sistemas endocrinos (hormonales)”, indica el autor del artículo de Nature.
Si la ingestión de microplásticos aumenta significativamente nuestra exposición a estos químicos, depende de 2 factores, según Nature: “De la rapidez con la que se mueven fuera de las partículas de plástico y de la rapidez con que las partículas viajan a través de nuestros cuerpos”.
Del pescado al agua del grifo o la sal: cómo los microplásticos llegan al cuerpo humano
¿Cómo pueden llegar los microplásticos al cuerpo de las madres? Los plásticos rara vez se biodegradan. Normalmente se fragmentan en microplásticos y nanoplásticos a través de diferentes procesos, según una revisión publicada en Environmental Toxicology and Pharmacology
Una revisión publicada en Marine Pollution Bulletin indica que varios organismos marinos (como las aves, los crustáceos o los peces) ingieren microplásticos. También se han encontrado microplásticos en otros productos de consumo, como el agua del grifo, la sal, la cerveza y la miel.
Los humanos pueden ingerir desde decenas hasta más de 100,000 partículas de microplásticos cada día, según recoge la revista Nature citando a Albert Koelmans, científico ambiental de la Universidad de Wageningen en los Países Bajos. El experto sostiene que la gente podría estar ingiriendo aproximadamente la masa de microplásticos equivalente a una tarjeta de crédito al año. Varios estudios han hallado este tipo de partículas en heces de personas.
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