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Sí percibimos diferentes los sabores de los alimentos cuando volamos en avión. Te explicamos por qué

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Si solo tienes unos segundos, lee estas líneas:

  • Algunos alimentos nos saben diferentes al viajar en avión.

  • En un vuelo, la bajada de presión y humedad hace que se resequen las fosas nasales, reduciendo nuestra capacidad olfativa y, como consecuencia, la de saborear los alimentos.

  • El estrés también podría interferir en los sabores que percibimos, ya que puede convertir los olores neutros en malolientes, además de disminuir la percepción de los olores agradables. 


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¿Eres de los que no puede evitar pedir algo para comer o beber durante un vuelo en avión o de los que se espera a llegar a tierra firme para comer un buen desayuno? Si alguna vez pediste algo en el carrito de comida del avión porque tenías hambre (o te has llevado tu propia comida, es igual) habrás podido comprobar que el sabor de productos habituales, que reconocerías fácilmente, no es el mismo durante ese trayecto aéreo. ¿Que por qué? La respuesta es el trío presión atmosférica, humedad y sentido, no del gusto, sino del olfato.

"La baja humedad y el movimiento del aire secarán las fosas nasales y esto reducirá la sensibilidad al olor y al sabor", afirma Herbert Stone, que tiene un doctorado en nutrición y trabajó en la misión lunar Apolo, al canal CNN.

Braulio Correa, especialista en otorrinolaringología, destaca a Maldita.es, medio cofundador de Factchequeado, que “el olfato juega un papel muy importante en el gusto”. Si alguna vez te tapaste la nariz para evitar saborear algo que no te gustaba, habrás podido comprobarlo en primera persona.

“El sabor de los alimentos viene determinado principalmente por el olfato (además del gusto, textura, temperatura) y en un vuelo a miles de metros de altura, la bajada de presión y humedad provoca que se resequen nuestras fosas nasales, reduciendo la capacidad olfativa y, como consecuencia, la de saborear los alimentos”, explica a Maldita.es la investigadora del sistema olfativo Laura López-Mascaraque. La consecuencia es que ciertos alimentos nos parezcan mucho menos intensos, incluso insípidos.

No todos los sabores experimentan los mismos cambios

Decimos ‘ciertos alimentos’ porque no todos los sabores parecen verse afectados por igual. “Mientras que, a gran altitud, la intensidad de la percepción de la sal y el azúcar es menos intensa (reduciéndose del 15 al 30%, aproximadamente), el resto de los sabores (ácido, amargo, umami o quinto sabor…) no parece alterarse”, comenta la experta.

Además de la alteración del sentido del olfato, hay investigaciones que apuntan a que el ruido también podría interferir en cómo percibimos los sabores (aunque no existe consenso científico al respecto y, de hecho, el estudio en cuestión solo contó con 48 participantes). En teoría, un ambiente ruidoso haría suave el dulce y potenciaría el umami, el ‘quinto sabor’ perceptible en alimentos como las anchoas, el queso parmesano, las setas y los tomates. De ahí una de las hipótesis para explicar por qué la demanda en vuelos de zumos industriales de esta fruta sea mayor de lo habitual. “Es verdad, parece raro pero a bordo se suele pedir bastante zumo de tomate”, confirma la aerolínea Iberia a La Gulateca, un blog del periódico 20 minutos.

También el estrés desempeña su papel correspondiente en este asunto: “¿dónde está mi tarjeta de embarque?”, “seguro que me estoy dejando algo”, “¿otra vez tengo que sacar mi identificación (ID)?”, sin olvidarnos del común miedo a volar. "Los olores activan una gran parte de las regiones emocionales del cerebro, específicamente la amígdala y el hipocampo, pertenecientes al sistema límbico, llamado 'cerebro emocional'”, afirma en National Geographic López-Mascaraque.

Estos son los resultados que destaca un estudio publicado en la revista Journal of Neuroscience, que comprobó que la ansiedad o el estrés podían convertir los olores neutros en malolientes y que las personas con ansiedad muestran una disminución de la percepción de los olores agradables. Esto, como decíamos, también interferiría en los sabores que percibimos.

La solución que propone la experta para decidir qué comer durante el trayecto aéreo es escoger alimentos que respondan a las papilas gustativas responsables de los gustos ácido, amargo y umami, como cítricos, zumo de tomate, jamón o queso.

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