El duelo migratorio es un proceso que implica “estar entre dos países, dos culturas, dos grupos de personas, dos emociones y dos incertidumbres”, escribe el psicólogo Eduardo López Navarro para La Red Hispana, medio aliado de Factchequeado. A grandes rasgos, define el duelo migratorio como el proceso de asimilación de las pérdidas asociadas a la experiencia migratoria.
López Navarro explica que cada proceso de duelo es único, pero las principales pérdidas asociadas con la migración son: la lengua, la cultura, la familia y la comunidad, el estatus, el contacto con el grupo étnico y la tierra. “Es importante prestar atención a los factores de vulnerabilidad que pueden influir en el proceso de migración y en la vida de cada persona, teniendo siempre en cuenta que el duelo migratorio es un proceso muy particular”, señala.
Los signos del duelo migratorio
Celia Arroyo, psicóloga especializada en duelo migratorio, hace especial énfasis en referirse a “signos” y no “síntomas”, ya que el duelo no es una enfermedad (aunque en algunas circunstancias el apoyo psicológico es necesario para afrontarlo). Signos comunes del duelo migratorio incluyen la ansiedad, irritabilidad, y/o tristeza que “tienen lugar incluso en momentos en que la persona ha conseguido las metas que buscaba en el país de acogida”, dice Arroyo. Ella señala también somatizaciones como dolores de estómago, de espalda o de cabeza, o la sensación de tener algo atascado en la garganta.
Arroyo y López Navarro, entre otros expertos en el duelo migratorio, destacan también dificultades asociadas con la identidad y la autoestima, dificultad para tomar decisiones y la sensación de estar atrapado en el extranjero. Esto último es especialmente difícil para los migrantes con un estatus migratorio incierto que no pueden visitar a sus familias ni sus países de origen.
Valentín González Calvo, profesor de trabajo social de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, España, que se especializa en el duelo migratorio, señala además expresiones como la fatiga y el cansancio, la pérdida o aumento del apetito, dificultades para dormir, y sentimientos de culpa por las personas o proyectos que uno ha dejado atrás.
En condiciones severas, el duelo migratorio puede avanzar a una escala conocida como el “Síndrome de Ulises”, término acuñado por el psiquiatra español Joseba Achotegui en referencia al héroe de la mitología griega que estuvo perdido durante 20 años buscando como volver a su hogar. Este tipo de duelo puede poner en peligro la salud mental de la persona desplazada.
Los signos de que una persona puede estar padeciendo el Síndrome de Ulises podrían incluir sentimientos de desesperanza, desolación y agotamiento físico, mental y espiritual. “Cuando la persona deja de realizar actividades que hacía con normalidad, como ir a un trabajo, estudio o incluso relaciones interpersonales… es un signo de alarma y debe buscar ayuda profesional urgente”, indica la psicóloga Gloria Chamorro, quien trabaja en atención de inmigrantes en San José, Costa Rica.
Cómo identificar el duelo migratorio
González Calvo identifica las características del duelo migratorio en un artículo publicado en la Revista Trabajo Social de la Universidad Nacional de Colombia. Entre las características principales identifica que:
Es un duelo parcial, recurrente y múltiple: durante la migración, se dejan atrás muchas cosas, lo que implica que la persona tiene que adaptarse a varias pérdidas a la vez. Por otro lado, la pérdida no es irreversible. Conlleva muchas emociones contradictorias que hace que sea un proceso confuso que se reactiva con frecuencia, sobre todo en fechas importantes como la Navidad o el Año Nuevo.
Se vive en la ambivalencia continua: “El inmigrante vive o sobrevive entre la adhesión y la resistencia hacia el país de acogida” explica González Calvo. La ambivalencia entre el origen y el destino da la impresión de vivir en un limbo entre 2 lugares.
El duelo migratorio es transgeneracional: estudios indican que la nostalgia por los seres queridos y/o país de origen puede impactar a múltiples generaciones, transformándose en una parte central de la cultura y narrativa familiar.
Cómo enfrentar el duelo migratorio durante las fiestas
Anahi Collado, psicóloga clínica y profesora asistente en investigación en la Universidad de Colorado, dijo a Factchequeado que “en nuestra población latina, a veces es muy difícil pedir ayuda”. Pero las fiestas nos brindan la oportunidad de acercarnos al prójimo y pedirle apoyo. “Si es un momento triste en nuestras vidas, es importante conectarnos con las actividades que nos brindan placer, conexión, y un sentido de dominio de las actividades difíciles”.
Expertos en duelo migratorio, incluyendo a González Calvo; Máximo Peña, especialista en intervención psicoterapéutica y periodista, y Joseba Achotegui, autor de textos como Los siete duelos de la migración y la interculturalidad, hacen recomendaciones de cómo lidiar con este duelo:
Hablar con los seres queridos es una forma de sentirse apoyado, pero no es recomendable hacerlo todo el tiempo. Es necesario buscar un equilibrio entre seguir conectado con la familia y los amigos y desarrollar nuevas redes situadas en el lugar de residencia. Peña recomienda “oscilar entre contacto y evitación”, lo que permite avanzar sin caer en los extremos de sufrir a pecho la nostalgia o de evadir el dolor.
Ver el nuevo contexto como una aventura y oportunidad a la que muchos no tienen acceso. Es aconsejable sumergirse en la cultura, probar comida nueva, conocer otras costumbres, explorar las calles y aprender el idioma sin comparar todo con lo que uno dejó en su país.
Permitirte sentir y nombrar lo que estás sintiendo. Emigrar es una experiencia común y humana, al igual que echar de menos a tu tierra y sentir nostalgia y tristeza. Es importante notar y dar espacio a estas emociones. Aunque a momentos resultan negativas, nos facilitan la reflexión y mejor adaptación ante cambios vitales.
Cerrar o resolver asuntos pendientes. Esto se refiere a trámites y el papeleo, pero también a deshacerse de objetos personales que uno ya no necesita, trabajar las dinámicas interpersonales e incluso perdonarse a uno mismo o a otros por diferencias en el pasado.
La actividad social y física y los buenos hábitos alimentarios son importantes para liberar tensión, mantener la buena salud y evitar complicaciones.
Si al cabo de unos meses la situación no mejora, lo más recomendable es acudir a profesionales de salud mental.
En esta nota de Conexión Migrante, medio aliado de Factchequado, puedes encontrar más herramientas y consejos. También en esta guía de UNHCR, la agencia de las Naciones Unidas para refugiados.
Si necesitas ayuda con salud mental, contacta tu médico o llama una línea de atención de emergencia. Llama al 998 para la Línea de Prevención del Suicidio y Crisis o envía “AYUDA” por mensaje de texto.
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