La desinformación tiene consecuencias en la vida de quienes la sufren. Cuando hablamos de narrativas desinformantes que vinculan a personas migrantes con violencia, privilegios en el acceso a ayudas sociales e, incluso, con riesgos para la salud pública, las expertas consultadas por Maldita.es, medio cofundador de Factchequeado, hablan de repercusiones en su salud mental que definen como un “trauma racial”, pero también de un impacto en la sociedad de acogida que busca más protegerse que acoger y en la que se instala la deshumanización.
Además, los inmigrantes en Estados Unidos “procedentes de Asia, Latinoamérica y África” son los que utilizan “los servicios de salud mental en menor medida que los no inmigrantes, a pesar de tener una necesidad igual o mayor”, según un reporte de la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos. Esto se refleja más en los hombres, los no asegurados y los indocumentados, añade el reporte.
La salud mental de los inmigrantes puede verse afectada por la desinformación. Aquí te contamos:
La desinformación sobre inmigrantes los deshumanizan y generan odio, según expertos
Inmigrantes haitianos “están comiendo perros y gatos” en Springfield, Ohio, que el gobierno estadounidense “regala 5,000 dólares” por cada hijo nacido en el país, o un video donde un hombre con un bebé en brazos exige 20,000 dólares si lo intentan deportar, son algunos de los mensajes desinformantes identificados por Factchequeado durante los últimos meses. Estos contenidos difunden narrativas que señalan a las personas migrantes como violentas o privilegiadas en el acceso a ayudas, además de otras que hablan de la migración en términos de invasión o riesgo para la salud pública.
Mensajes con los que se han movido narrativas desinformantes contra personas migrantes
Estas estrategias para desacreditar a las personas migrantes también las ha identificado el Observatorio Español del Racismo y la Xenofobia (OBERAXE) en su último informe bimestral, en el que indica que “se han detectado contenidos que promueven actitudes y narrativas antiinmigratorias”. Elena Méndez, técnica de Incidencia y Sensibilización de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), cuenta a Maldita.es, medio cofundador de Factchequeado, que todos estos engañoss y desinformaciones “conducen a la deshumanización y esta, al odio”.
Como consecuencia, las personas migrantes sufren dolor emocional y un estado permanente de alerta que se manifiesta con estrés, ansiedad e, incluso, depresión, lo que en conjunto recibe el nombre de “trauma racial”. María Ángeles Plaza, psicóloga también de CEAR, explica que este trauma “tiene un impacto muy fuerte en el sistema de creencias de las personas migrantes porque está ocasionado por otros seres humanos, rompiendo la confianza en la bondad de las personas y generando una sensación permanente de inseguridad”.
Otra de las respuestas frente a la discriminación derivada de los engaños desinformaciones racistas es, según Elena Méndez y María Ángeles Plaza, la “indefensión aprendida”, un efecto “muy típico” del racismo y que implica “una paralización como consecuencia del encasillamiento, ya que hagan lo que hagan, les van a atacar”.
La desinformación no solo afecta a las personas migrantes, sino que también tiene impacto en la sociedad de acogida, como señala Isabella Marín Muñoz, psicóloga y miembro de la asociación de personas migrantes Mujer Diáspora: “Activa sus sistemas de alerta y la pone en un modo más de protegerse que de acoger”.
Un ejemplo de esta percepción negativa de la migración se encuentra en el reporte del Pew Research Center publicado el 15 de febrero de 2024, que indica que la mayoría de los estadounidenses (57%) afirma que “el gran número de inmigrantes que intentan entrar en el país provoca más delincuencia”. Sin embargo, como te hemos explicado en Factchequeado, en Estados Unidos no hay datos estadísticos que demuestren la existencia de una “ola de criminalidad” causada por migrantes.
Generalizar sobre las personas migrantes lleva al aislamiento y la autoexigencia, dicen expertas
Como consecuencia de la desinformación, Isabella Marín señala que “hay una parte de la persona que es como si desapareciera y lo único que está presente en la interacción con el otro es, precisamente, eso con lo que la persona migrante no quiere ser asociada”.
Ante esta homogeneización, las personas pueden reaccionar de diferentes maneras, aunque lo más habitual es el aislamiento, como cuenta Elena Méndez. Así, las personas migrantes se aíslan de la sociedad de acogida porque los encasilla en un grupo, pero también se aíslan de su grupo de iguales porque no comparten los valores o creencias con los que los dibujan. La experta también añade que en estas situaciones surgen sentimientos como culpa, vergüenza, autoobservación o autoexigencia. Isabella Marín explica que se trata de un mecanismo de defensa derivado de la interiorización de estos ataques, ya que genera una sensación de control sobre la situación.
Sin embargo, no todas las personas reaccionan del mismo modo hacia los estereotipos y prejuicios. Por ejemplo, Elena Méndez dice que hay quienes se enfrentan a la discriminación a través de su normalización, adoptando una dinámica de ‘me da igual’ para evitar que el sistema nervioso se sobrecargue. Pero la experta puntualiza que esta actitud también tiene consecuencias negativas para la salud mental, ya que la normalización hace que se mantenga la discriminación, pero que no se denuncie ni se combata, y que la sobrecarga del sistema nervioso se produzca de todos modos.
Un reporte publicado en 2016 por la Asociación Estadounidense de Psicología (APA, por sus siglas en inglés) reveló que la discriminación “exacerba el estrés” y que ese ese estrés “está relacionado con problemas de salud mental, como ansiedad y depresión, incluyendo en los niños”.
Todas estas situaciones de discriminación favorecen, según una investigación publicada en la revista británica The Lancet, “la supervivencia a corto plazo frente a la salud a largo plazo”. El impacto es aún mayor cuando las personas migrantes están en situación administrativa irregular, como indica Elena Méndez. Según explica, tienen “mucho más difícil acceder a la salud” o les hacen comentarios amparados en la desinformación (“otra vez estás embarazada”, “vienes aquí a aprovecharte de la sanidad gratuita”), por lo que al final “pasan de ir al médico pese a tener más prevalencia a los problemas tanto físicos como mentales”.
Escuchar y validar las emociones del otro son herramientas para reparar el impacto del racismo en la salud mental
Las narrativas desinformantes que generan estereotipos y prejuicios hacia las personas migrantes también tienen consecuencias en el día a día. Un ejemplo de esto ocurrió el 3 de agosto de 2019, cuando un hombre abrió fuego en un Walmart de El Paso, Texas, asesinando a 23 personas y dejando otras 22 heridas. El autor del tiroteo masivo, quien se describió a sí mismo como “blanco nacionalista”, admitió en Corte que buscaba asesinar a hispanos porque “estaban inmigrando hacia los Estados Unidos”, señaló el Departamento de Justicia.
La psicóloga Ángeles Plaza destaca la importancia de juntarse con otras personas que te crean, validen y escuchen. Además, Elena Méndez añade que esta labor colectiva de acompañamiento es especialmente importante porque denunciar situaciones de discriminación racista no está al alcance de todas las personas, sobre todo para aquellas en situación administrativa irregular: “Es importante estar ahí [la sociedad de acogida], acompañando, preguntando qué necesitan las personas migrantes y, sobre todo, huir del paternalismo”.
También desde una perspectiva colectiva, Isabella Marín menciona los espacios interculturales en los que la migración no sea el tema central como una vía para tejer redes seguras en la sociedad de acogida, como clases de biodanza u otras actividades sociales.
Por último, las expertas coinciden en que los espacios de atención profesional son una parte importante del proceso de sanación, pero la falta de recursos es una traba con la que se encuentran muchas de las personas migrantes.
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