Brindis excesivos, fiestas descontroladas, celebraciones desfachatadas y una terrible sensación al día siguiente: estómago revuelto, mareos, dolor de cabeza. Sí, estimados, han caído presos de la resaca. Quizás inspirados en el dicho “un clavo saca otro clavo” (de dudosa efectividad en el amor) o simplemente con la esperanza de encontrar una cura sencilla para este mal, la hipótesis de que beber cerveza o cualquier otra bebida alcohólica quita la resaca es un mito que sobrevive al tiempo.
Hasta hace unos años, la resaca se definía a partir de un único episodio de consumo excesivo de alcohol, mientras que actualmente hace referencia a la combinación de síntomas mentales y físicos negativos que se pueden experimentar tras un único episodio de consumo de alcohol, que comienza cuando la concentración de alcohol en sangre se aproxima a cero.
¿Por qué a mí?
Las causas de la resaca todavía no se conocen por completo. A lo largo del tiempo se han planteado distintas hipótesis, como explica Chequeado, medio cofundador de Factchequeado.
La más extendida a nivel popular es que beber alcohol causa deshidratación. Algo que se debe, entre otras razones, a que el etanol inhibe una hormona antidiurética llamada vasopresina y eso aumenta la producción de orina. Además, las personas que beben mucho durante varias horas probablemente no estén hidratándose adecuadamente durante ese período de tiempo.
Sin embargo, los estudios no son muy concluyentes al respecto y plantean que es muy probable que la deshidratación explique algunos de los síntomas de una resaca (mareos, dolor de cabeza, aturdimiento y sed), pero destacan que también hay otros factores en juego.
Otra de las hipótesis para los síntomas de la resaca es que un consumo excesivo de alcohol genera cambios en el metabolismo que hacen que las células no sean capaces de realizar eficientemente distintas actividades como absorber la glucosa de la sangre o regular los niveles de electrolitos (unos minerales presentes en la sangre y otros líquidos corporales).
Pero esta hipótesis tampoco está apoyada en la evidencia: los estudios muestran que las personas con resaca severa no tienen necesariamente niveles más bajos de electrolitos o glucosa en la sangre.
También se ha planteado que la resaca está relacionada con los efectos del alcohol sobre el sistema inmunológico. Algunos estudios más recientes indican que parece existir una correlación significativa entre la gravedad de la resaca y ciertos biomarcadores del estrés oxidativo y la respuesta inflamatoria.
Una de las hipótesis más convincentes y que se sostenía firmemente hasta hace poco tiempo era que gran parte de los síntomas de la resaca resultan de la acumulación de un compuesto tóxico para nuestro organismo llamado acetaldehído. La mayoría del alcohol que ingerimos (etanol) se metaboliza en el hígado y el primer subproducto de ese proceso es el acetaldehído. En general, con una ingesta moderada, rápidamente el hígado lo convierte en otros productos que finalmente se eliminan.
Pero si tomamos de más, nuestro pobre hígado no da abasto y empieza a acumular acetaldehído, lo que produce síntomas como sudoración, enrojecimiento de la piel, náuseas y vómitos. Ciertas personas, por una cuestión genética, metabolizan más lentamente el acetaldehído y no solo sufren resacas más severas, sino que se ponen completamente colorados luego de beber. Es el caso de las personas de origen asiático, por las variantes de tres genes que codifican enzimas que metabolizan el alcohol.
Pero si tomamos de más, nuestro pobre hígado no da abasto y empieza a acumular acetaldehído, lo que produce síntomas como sudoración, enrojecimiento de la piel, náuseas y vómitos. Ciertas personas, por una cuestión genética, (en particular, de origen asiático) metabolizan más lentamente el acetaldehído y no solo sufren resacas más severas, sino que se ponen completamente colorados luego de beber. Es el caso de las personas de origen asiático, por las variantes de tres genes que codifican enzimas que metabolizan el alcohol.
Sin embargo, los estudios más recientes indican que no hay una asociación significativa entre la concentración de acetaldehído en sangre y la gravedad de la resaca.
¿De dónde viene el mito?
El mito de que la mejor manera de evitar los síntomas de la resaca es beber más alcohol en la mañana siguiente probablemente tenga su origen en una hipótesis que sostiene que la resaca es el primer estadio de un síndrome de abstinencia.
Si esto fuera así, la lógica indicaría que seguir consumiendo alcohol en pequeñas cantidades nos evitaría el malestar. Este argumento se basa en similitudes en los síntomas para ambas condiciones, pero la mayoría de los datos indican que la resaca es un fenómeno completamente diferente a la abstinencia.
Beber más alcohol al día siguiente podría temporalmente hacernos menos conscientes de los síntomas de la resaca, pero no haría nada por resolver los problemas fisiológicos subyacentes y, por supuesto, podría llevar a otra resaca.
Otro posible origen del mito es la intoxicación con metanol. Al consumir bebidas alcohólicas, además del etanol, se generan otros compuestos residuales, como el metanol que también se metaboliza en el hígado, esta vez a formaldehído, una sustancia tóxica responsable de algunos de los síntomas de la resaca.
Tomar más bebida alcohólica haría que el etanol desplazara al metanol en su metabolización, dando más tiempo a que este último sea eliminado intacto por nuestro organismo (de hecho, una solución estándar a la intoxicación con metanol es la administración intravenosa de una solución de etanol al 10%).
Sin embargo, esta aparente solución, seguir tomando, lo único que hará es retrasar el mal momento: al tomar más bebidas alcohólicas, estaríamos nuevamente incorporando metanol a nuestro organismo. Es el cuento de nunca acabar.
Si no quieres sufrir resaca, lo mejor es no beber
Si más alcohol (en forma de cerveza o de cualquier otra bebida) no sirve, ¿hay algo que podamos hacer para remediar la resaca? La respuesta corta es que no. La larga es que, pese a que abundan las supuestas curas, la evidencia de su eficacia es pobre.
A lo sumo, podemos tomar agua para evitar la deshidratación (que si bien no es la causa de la resaca, es una consecuencia del consumo excesivo y puede desencadenar síntomas como el dolor de cabeza), no fumar (porque afecta la gravedad de la resaca) y comer frutas y verduras para recuperar electrolitos e hidratarnos.
El tipo de bebida por el que te decantes también jugará un papel esencial, ¿por qué? Por los congéneres, unas sustancias residuales como el metanol que se generan, junto al etanol, durante el proceso de obtención del alcohol, como explica en este artículo Maldita.es, medio cofundador de Factchequeado.
Cada tipo (ron, ginebra, whisky, tequila, vodka...) tiene una cantidad diferente de congéneres y, según varios estudios, cuantos más consumas, peor será tu resaca, debido a la potencial toxicidad de muchos de ellos.
Entre las bebidas con más cantidad de estas sustancias se encuentran el whisky (especialmente el Bourbon), el coñac y el tequila, coincidiendo con las bebidas de tonalidad más oscura y menos destiladas. La ginebra y el vodka, por el contrario, tienen un nivel menor. Los resultados de los estudios que comparan los efectos del vodka con los del whisky muestran que la frecuencia y la intensidad de la resaca eran mucho mayores en el segundo caso.
Así que no se entusiasmen: el mito de beber más alcohol para “curar” la resaca es sólo una excusa para seguir empinando el codo. De lo único que estamos seguros por el momento es que, a mayor cantidad de alcohol consumida, peor es la resaca y de que la solución más eficaz para evitarla es no tomar alcohol.
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