El virus respiratorio sincitial o VRS es un virus respiratorio común muy contagioso que generalmente causa síntomas leves similares a los del resfriado, según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC). Aunque la mayoría de las personas se recuperan en 1 o 2 semanas, en algunos casos, especialmente en bebés y en niños pequeños, el virus puede provocar infecciones en los pulmones y en el aparato respiratorio más graves. Te contamos qué sabemos sobre el VRS y el aumento de contagios en varias regiones de Estados Unidos.
¿Cómo se transmite el VRS?
El VRS se transmite a través de las secreciones de la nariz y gotas de saliva de alguien contagiado. Por ejemplo, como indican los CDC, cuando esta persona tose o estornuda y estas partículas entran en contacto con los ojos o la mucosa nasal u oral de otra persona que no está contagiada.
El organismo indica que también es posible contagiarse al tocar una superficie en la que ha caído el virus, como la manija de una puerta, y llevarse después las manos a la cara antes de lavarlas. Quienes tienen “contacto directo con el virus” pueden contagiarse, por ejemplo, “al darle un beso en la cara a un niño con VRS”.
Quienes están infectados, según los CDC, suelen ser contagiosos entre 3 y 8 días. Sin embargo, “algunos bebés y las personas con el sistema inmunitario debilitado, pueden seguir propagando el virus hasta 4 semanas, incluso después de dejar de tener síntomas”.
¿Cuáles son los síntomas y posibles consecuencias del VRS?
Como señalan los CDC, los síntomas de infección por VRS, que se desarrolla de 4 a 6 días tras haberse infectado, incluyen moqueo; apetito reducido; tos; estornudos; fiebre y sibilancias. Las sibilancias son un sonido silbante y chillón durante la respiración, que ocurre cuando el aire se desplaza a través de los conductos respiratorios estrechos en los pulmones, como señala Medline Plus, de la Biblioteca de Medicina de Estados Unidos.
Estos síntomas generalmente aparecen en fases y no todos a la vez. “En los bebés muy pequeños, los únicos síntomas podrían ser irritabilidad, menor actividad y dificultad para respirar”, comentan los CDC.
Ahora bien, este virus también es capaz de causar grandes epidemias de bronquiolitis (hinchazón y acumulación de moco en los bronquiolos, las vías aéreas más pequeñas en los pulmones) y neumonías (infección de los pulmones), que afectan a todas las edades, especialmente a los niños pequeños.
En Estados Unidos, cada año unos 58.000 menores de 5 años son hospitalizados debido a infecciones por el VRS, según los CDC. Entre los niños con mayor riesgo de enfermarse gravemente, el organismo menciona a los bebés prematuros, los que tienen menos de 6 meses, los menores 2 años con enfermedad pulmonar crónica o enfermedad cardíaca congénita (presente desde el nacimiento), aquellos con el sistema inmunitario debilitado y los que padecen trastornos neuromusculares.
Mar López Sureda, pediatra de atención primaria, indica en TikTok algunos de los signos de alarma de un posible contagio de VRS: que el niño respire mal (si saca mucho el abdomen, marca las costillas, se percibe un aleteo en la nariz, los labios adquieren un tono azulado y dejan de comer y de dormir) o que tenga fiebre (si se prolonga durante varios días, consultar con un profesional médico).
En relación al tratamiento, no existe uno específico para esta infección, aunque la mayoría de casos desaparecen en 1 o 2 semanas.
¿A qué se debe el aumento de casos en Estados Unidos?
La actividad del VRS en Estados Unidos generalmente comienza a finales de otoño y se extiende hasta primavera. Así lo indica la Academia Estadounidense de Pediatría (AAP, por sus siglas en inglés), que explica que la mayoría de contagios suele producirse a principios de febrero, aunque puede haber variaciones regionales.
En las últimas semanas, ha aumentado el número de casos registrados en Estados Unidos. “A mediados de noviembre de 2022, la actividad del VRS en el país es alta en todas las regiones, con un número considerable de hospitalizaciones y enfermedades”, indica la AAP en un comunicado publicado el pasado 17 de noviembre.
Los CDC también destacan que han detectado un aumento en la detección del virus y las hospitalizaciones y visitas al Departamento de Emergencias en varias regiones del país, con algunas “acercándose a los niveles máximos estacionales”.
Algunos expertos indican que el aumento de casos se debe principalmente a la reducción general de inmunidad al virus en la población como resultado de las precauciones tomadas durante la pandemia de COVID-19, como el distanciamiento físico.
Es el caso de Paul A. Offit, experto en vacunas y pediatra del Hospital de Niños de Filadelfia, que ha explicado a FactCheck.org que las restricciones establecidas en 2020 para evitar la propagación del COVID-19 prácticamente eliminaron otros virus respiratorios, creando si se tratara de una “brecha inmunitaria”. Es decir, dado que menos personas han estado expuestas al virus recientemente, menos personas han desarrollado inmunidad contra él, aumentando la posibilidad de enfermar.
La mayoría de los niños están expuestos al VRS en el primer año de vida y casi todos han sido infectados a los 2 años, según un artículo publicado en la revista JAMA Network. “Pero esencialmente no había VRS en 2020 y ahora los niños están pagando por ello”, indica la autora.
Según cuenta, el virus resurgió en el verano de 2021 y, después de alcanzar su punto máximo en agosto, ha estado circulando constantemente a niveles bajos. El uso de tapabocas, el distanciamiento social y otras medidas tomadas durante la pandemia “han protegido a muchos niños de la exposición”.
Pero este año, a medida que han aumentado las reuniones en persona y los viajes y los niños han regresado a la escuela y a la guardería sin tapabocas, “el virus ha afectado a una gran población pediátrica con poca o ninguna inmunidad”.
¿Cómo evitar entrar en contacto e infectarse con el VRS?
El pediatra de urgencias David Andina propone a los padres en un hilo de Twitter una serie de consejos para proteger a los pequeños de menos de un año (sobre todo menores de 3 meses) todo lo que se pueda: evitar que estén cerca de personas con síntomas respiratorios; llevar a cabo una correcta higiene de manos y de superficies y, en caso de ser los cuidadores los ‘acatarrados’, llevar mascarilla. Por último, si es posible, evitar que los niños vayan a la guardería durante esos días.
Por su parte, los CDC añaden que, una vez contagiados, la mejor forma de manejar la fiebre es a partir de medicamentos recomendados para ello además de analgésicos de venta sin receta (eso sí, nunca aspirina), preguntando siempre previamente a un profesional sanitario. La aspirina no está recomendada para niños y adolescentes menores de 16 años porque su uso se ha relacionado con el síndrome de Reye, una enfermedad poco frecuente pero grave que produce daños cerebrales y hepáticos y que afecta generalmente a los niños y adolescentes.
Los CDC también aconsejan proporcionar a los niños suficiente líquido para prevenir la deshidratación.
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