Durante más de un año, los activistas antivacunas han difundido la afirmación infundada de que los atletas están al borde de una crisis de salud, al sugerir que las vacunas contra el COVID-19 han provocado un aumento de muertes y lesiones repentinas.
Esta teoría sin fundamento, que se había estado fermentando en canales de internet especializados, inundó las redes sociales después de que el jugador de los Buffalo Bills, Damar Hamlin, de 24 años, colapsara durante un partido el 2 de enero ante millones de espectadores de televisión. Desde entonces, ha recibido el alta hospitalaria y se recupera en casa. Como ya se ha explicado, aún no se sabe por qué su corazón se detuvo, pero los expertos dicen que el paro cardíaco de Hamlin fue probablemente causado por una arritmia tras recibir un golpe en el pecho, una afección llamada commotio cordis.
Sin embargo, destacados líderes antivacunas no tardaron en publicar en las redes sociales mensajes en los que sugerían que el incidente estaba relacionado de alguna manera con las vacunas y formaba parte de una tendencia siniestra.
Por ejemplo, Ben Swann, que ha difundido desinformación sobre la pandemia desde 2020, publicó en Facebook el 3 de enero un video antiguo que promueve la teoría sin fundamento de que hay un aumento reciente en las muertes de atletas. El mismo día, la comentarista conservadora Liz Wheeler y la Dra. Simone Gold, quien ha promovido curas dudosas para el COVID-19, mensajes antivacunas y desinformación médica politizada, publicaron afirmaciones similares.
Gold escribió, entre otras cosas: “Quiero recordar al público que la incapacitación o la muerte de atletas no era una tendencia antes de 2020. Ahora estamos viendo que esto ocurre con mucha frecuencia, y es extremadamente preocupante”.
Tanto Wheeler como Gold citaron una carta al editor publicada en la revista Scandinavian Journal of Immunology, de la que era coautor el Dr. Peter McCullough, otro destacado proveedor de desinformación sobre el COVID-19. Aunque su publicación puede dar cierta legitimidad a la carta, esta no incluía ninguna investigación original, como sugirió el comentarista de Fox News Tucker Carlson. Más bien, se basó en una lista arbitraria de muertes de atletas mantenida en un sitio web anónimo sobre la cual se ha escrito poco después de que apareciera en línea a finales de 2021.
Como ha explicado Factcheck.org, medio aliado de Factchequeado, la lista incluye estudiantes, profesionales, aficionados, entrenadores y jubilados. Incluye a personas que murieron por suicidio, accidente de coche y sobredosis de drogas. En la mayoría de los casos, la lista no incluye el estado de vacunación de los fallecidos, y mucho menos prueba ninguna relación causal entre las vacunas y las muertes. De hecho, como ya se ha informado, algunas de las muertes enumeradas inicialmente se produjeron incluso antes de que las vacunas estuvieran disponibles para la categoría de edad de la persona incluida en la lista.
Sin embargo, tanto Wheeler como Gold compartieron una imagen que resaltaba una parte de la carta donde se comparaba el número de muertes registrado en el sitio web anónimo con el número de muertes cardíacas súbitas entre atletas que han aparecido en documentos académicos durante un periodo de 38 años, y recopilados en un estudio de 2006. Las 2 cifras responden a criterios diferentes. La primera es muy amplia e incluye a cualquier persona con cualquier tipo de relación con el deporte que haya fallecido por cualquier motivo desde 2021, mientras que la segunda es notablemente menor y solo incluye las muertes de atletas que se analizaron en estudios de investigación académica en lengua inglesa.
Aunque la comparación que hacen carece de sentido, Wheeler y Gold dan la falsa impresión de que las muertes han aumentado y fomentan el relato infundado de que las lesiones y las muertes de atletas han aumentado desde que las vacunas contra el COVID-19 están disponibles.
Pero el aumento es ficticio. No existe.
Los datos refutan las afirmaciones en línea
“No hay un aumento de paros cardíacos súbitos ni de muertes de atletas debido al COVID-19 o a las vacunas contra el COVID. Se trata de información totalmente falsa”, nos dijo el Dr. Jonathan Drezner en una declaración enviada por correo electrónico. Drezner es director del Centro de Cardiología Deportiva de la Universidad de Washington, redactor jefe de la revista British Journal of Sports Medicine y médico del equipo de los Seattle Seahawks, el equipo de fútbol OL Reign y los Huskies de la Universidad de Washington.
Según el Hospital Infantil de Filadelfia, cada año mueren en EE. UU. más de 2,000 niños y adolescentes de paro cardíaco, y dos tercios de las muertes “se producen durante el ejercicio o la actividad física”. Entre jóvenes deportistas, el paro cardíaco súbito es la principal causa de muerte, según el hospital.
Drezner explicó que su centro supervisa “todos los casos y todas las causas” de paros cardíacos o muertes súbitas en deportistas en colaboración con el Centro Nacional de Investigación de Lesiones Deportivas Catastróficas de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill. “No hay ninguna variación”, dijo.
El Centro Nacional de Investigación de Lesiones Deportivas Catastróficas cataloga las lesiones de los atletas de secundaria y universitarios, y su informe más reciente cubre el año escolar 2020-21. Este muestra que ese año murieron 21 atletas mientras practicaban deporte.
En EE. UU, las vacunas contra el COVID-19 estuvieron disponibles para los mayores de 16 años en abril de 2021, por lo que el solapamiento entre el periodo cubierto por el informe y el periodo en el que las vacunas estaban ampliamente disponibles para jóvenes es relativamente pequeño. Nos pusimos en contacto con el centro para averiguar si los datos recopilados del año escolar 2021-2022 han apuntado a un aumento de fallecimientos.
La directora del centro, la Dra. Kristen Kucera, nos dijo que hasta el momento, “los números son los mismos y en realidad son inferiores a lo que tuvimos en 2018-19”.
Para contextualizar, el centro registró 19 muertes en 2019-20, 25 muertes en 2018-19 y 21 muertes en 2017-18.
De forma similar, el Dr. Robert Cantu, director médico del centro, nos dijo en una declaración enviada por correo electrónico que no ha visto un aumento en las muertes de atletas y calificó las afirmaciones de “desinformación”.
“Las estadísticas no confirman que se haya producido un aumento de eventos entre los atletas”, nos dijo en una entrevista telefónica el Dr. Curt Daniels, profesor de medicina cardiovascular y director del programa de cardiología deportiva en la Facultad de Medicina de la Universidad Estatal de Ohio.
El mundo de los cardiólogos deportivos que supervisan la salud de atletas es relativamente pequeño, afirma Daniels. “Hablamos y nos comunicamos todo el tiempo”, dijo, y ninguno de sus colegas ha detectado un aumento de paros cardíacos súbitos. “No ha habido ningún aumento”, afirmó.
Además, señaló Daniels, hay una alta tasa de vacunación entre atletas, en parte porque muchas organizaciones exigen la vacunación para participar. Señaló que un efecto secundario poco frecuente de las vacunas ARNm es la inflamación del corazón, o miocarditis, que ha afectado principalmente a varones jóvenes de entre 12 y 24 años tras la segunda dosis, como ya hemos explicado antes. El riesgo es mayor en los varones de 16 a 17 años, con 106 casos por cada millón de dosis tras la segunda dosis, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.
Esos casos parecen resolverse más rápidamente y tener mejores resultados clínicos en comparación con los casos más comunes de miocarditis causados por una infección viral, incluyendo el virus que causa el COVID-19. A pesar de ello, los activistas antivacunas han distorsionado este efecto secundario poco frecuente de la vacuna para hacerlo parecer como si fuera más usual de lo que es, utilizando esa tergiversación en afirmaciones sobre el aumento de muertes de atletas.
Entre aquellos que desarrollan miocarditis, someter al corazón a una actividad física intensa puede provocar una arritmia que desemboca en un episodio cardíaco, explicó Daniels.
“Y, de hecho”, dijo Daniels, “no hemos visto un aumento de eventos”.
Por tanto, dijo, si las vacunas estuvieran causando un aumento de muertes súbitas, “lo estaríamos viendo aquí y no es así”.
Un sitio web poco fiable y una comparación dudosa
Como hemos dicho, un sitio web anónimo llamado Good Sciencing es una de las principales fuentes utilizadas para hacer la afirmación sobre el aumento de muertes súbitas entre atletas. El sitio mantiene los mismos problemas que identificamos cuando se escribió sobre él por primera vez, poco después de que apareciera en línea a finales de 2021. A pesar de ello, su uso por parte de activistas antivacunas ha seguido extendiéndose. Ahora es la fuente de información de la carta al editor citada tanto por Wheeler como por Gold.
Esta versión reciente de la afirmación compara el número de atletas que figuran en el sitio web con las cifras recopiladas en un estudio no relacionado de 2006 que pretendía desarrollar un sistema para detectar problemas cardíacos en atletas con el fin de reducir el número de muertes cardíacas súbitas en el deporte.
En los tuits de Gold y Wheeler, una parte resaltada de la carta al director de McCullough dice que 1,101 atletas han muerto desde enero de 2021, citando la lista de Good Sciencing. La carta luego cita el estudio de 2006 para decir que habían muerto el mismo número en el período de 38 años cubierto por el estudio. Gold y Wheeler subrayan la parte que equipara esa cifra a unas 29 muertes por año, dando a entender que hubo 1,101 muertes de atletas en el año anterior en comparación con una media de 29 muertes de atletas por año antes de que se aprobaran las vacunas contra el COVID-19.
Pero, como hemos dicho, la lista de Good Sciencing y el estudio de 2006 utilizan criterios diferentes en cuanto a la edad, la afiliación deportiva, la causa de muerte y las fuentes utilizadas para registrar las muertes.
El sitio web Good Sciencing contabiliza las muertes por cualquier causa y para todas las edades entre las personas que, según los informes de los medios de comunicación, tenían alguna relación con el deporte, incluidos atletas profesionales, excursionistas, jubilados y entrenadores.
El estudio de 2006 contabilizó las muertes cardíacas súbitas entre atletas menores de 35 años que habían aparecido en documentos académicos en lengua inglesa en un periodo de 38 años a partir de 1966.
Por lo tanto, comparar esas cifras no significa mucho, ya que evalúan cosas diferentes. También hay una diferencia importante entre las fuentes utilizadas para registrar el número de muertes. Dado que el documento de 2006 se basó únicamente en muertes notificadas en documentos académicos, el número total es limitado. El propio documento señala que su “limitación más importante” es que la muerte cardíaca súbita en atletas jóvenes “tal y como se recoge en los documentos publicados y estudiados, está sin duda infravalorada”.
El documento luego dice que “la falta de registros nacionales o internacionales y la incertidumbre sobre el número de atletas afectados son la base de este problema”.
Nosotros encontramos el mismo problema a la hora de informar sobre este tema. El único repositorio en funcionamiento que encontramos en EE. UU. que recopila información sobre muertes de atletas en todo tipo de deportes fue el Centro Nacional de Investigación de Lesiones Deportivas Catastróficas.
El Instituto del Corazón de Minneapolis administró en algún momento el Registro Nacional de Muertes Súbitas en Atletas de EE. UU., pero ya no lo mantiene, según nos dijo el Dr. Kevin Harris, del instituto, en una entrevista telefónica.
Mientras estaba en funcionamiento, el registro fue utilizado en un documento de 2009 que evaluó la incidencia de muertes súbitas en atletas estadounidenses de 39 años de edad o menos. Se descubrió que la causa más común de muerte era “debida a una enfermedad cardiovascular subyacente (y predominantemente insospechada)”, que representaba más de la mitad de los casos, pero otras causas incluían traumatismos contundentes y golpes de calor. La mayoría de esas muertes cardiovasculares, el 93%, se produjeron entre deportistas de 25 años o menos, y el número total de esas muertes cada año fue inferior a 100.
“Dedicamos mucho tiempo a tabular las tasas de mortalidad en atletas jóvenes”, dijo a FactCheck.org, medio aliado de Factchequeado, en una entrevista telefónica el Dr. Barry Maron, autor principal del trabajo.
Si hubiera un aumento significativo, “lo sabríamos”, afirmó Maron. “Los muchachos estarían desplomándose a diestro y siniestro. No ha habido ese tipo de aumento”.
Como dijimos, la lista de Good Sciencing se basa en una definición amplia de lo que constituye la muerte súbita de un deportista e incluye a personas con una relación mínima con el deporte y a personas que murieron de cosas como cáncer y meningitis bacteriana.
“¿Cómo se refuta algo así?”, dijo Maron. “Es como que se inventan los números”.
Traducido por Elena de la Cruz.
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