A través del chatbot de WhatsApp de Factchequeado (+1 (646) 873-6087) nos enviaron un hilo viral en Twitter que indica que la vacuna de Pfizer contra el COVID-19 contiene “partes de la secuencia de SV40, un virus que tiene el potencial de causar cáncer y que ya se encontró hace años en la vacuna de la poliomielitis”. Tras hacer este tipo de afirmaciones, el usuario hace referencia a un “aumento inexplicable del cáncer”. Este hilo necesita contexto y afirma cosas para las que no presenta evidencias.
La vacuna de Pfizer comparte fragmentos muy pequeños del código genético con el virus SV40. Pero esto no quiere decir que el virus esté “dentro” de ella, al contrario de lo que indica este contenido. Desde la farmacéutica aseguran que la vacuna “no contiene SV40, partículas de virus ni componentes vivos”. Además, no hay evidencias de que la vacuna aumente el riesgo de padecer cáncer.
Qué sabemos del virus SV40
El virus SV40 -también llamado virus símico 40- puede infectar a algunos tipos de monos y a los seres humanos, según el Instituto Nacional de Cáncer (NIH, por sus siglas en inglés): “Si bien se demostró que el virus causa cáncer en animales de laboratorio, no hay pruebas de que cause cáncer en las personas”.
Gene Olinger, profesor adjunto de la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston y asesor científico jefe de la organización de investigación MRIGlobal, explica a Factchequeado que el SV40 rara vez se ve en humanos y, a menudo, “se asocia con personas que viven con o cerca del huésped natural del virus, los monos”.
La vacuna de Pfizer comparte fragmentos muy pequeños del código genético del SV40
El contenido viral en Twitter indica que la vacuna de Pfizer contiene “partes de la secuencia de SV40”. Scott Kenney, profesor de virología en la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad Estatal de Ohio, explica a Factchequeado que “el plásmido (una molécula pequeña de ADN circular) de la vacuna contiene piezas de la secuencia genética SV40”, pero insiste en que “no es el virus completo, sino fragmentos muy pequeños del código genético que ni siquiera producen una proteína”.
El experto explica que en el video publicado en un tuit se habla de algunas “secuencias genéticas muy típicas utilizadas en biología molecular para realizar tareas específicas con ácidos nucleicos y expresión génica”. “No se sabe que ninguna de estas regiones inicie la oncogénesis (cáncer) a partir de SV40”, afirma Kenney, que asegura que la vacuna de Pfizer no aumenta el riesgo de padecer cáncer.
Brett Lindenbach, profesor Asociado de Patogénesis Microbiana y de Medicina Comparada de la Escuela de Medicina de Yale, indica a Factchequeado que “la vacuna de Pfizer no contiene ningún fragmento causante de cáncer del SV40”.
¿Qué supone que la vacuna de Pfizer contenga partes de la secuencia del SV40?
Kenney destaca que “las secuencias del SV40 en la vacuna están ahí a propósito”. “Los científicos lo han estado estudiando desde 1959. Sabemos cómo funciona cierta maquinaria genética y la usamos para crear funciones específicas”, señala.
Para explicarlo, pone un ejemplo: “Para convertir el ADN en ARN, que luego se convierte en proteína (la proteína es necesaria para la respuesta inmunitaria de una vacuna), debemos realizar un proceso llamado transcripción”.
Hay proteínas en los huéspedes (humanos) llamadas polimerasas que hacen que ocurra la transcripción. “Estas polimerasas reconocen una secuencia de nucleótidos (moléculas orgánicas que son los componentes básicos de los ácidos nucleicos, como el ARN o el ADN) específica llamada promotor y que básicamente es un signo para que la polimerasa sepa que tiene que empezar por ahí’. Las polimerasas comienzan en ese sitio y convierten cada nucleótido de ADN junto a él en ARN mensajero (que después puede convertirse en proteína)”.
Kenney explica que el SV40 tiene un promotor “muy bien caracterizado y que funciona muy bien” que se usa en la vacuna de Pfizer. La farmacéutica, según cuenta, también podría haber utilizado promotores de otros virus como el citomegalovirus o el virus respiratorio sincitial u otros genes.
Es decir, lo que hace Pfizer es usar “maquinaria del virus SV40 para producir proteínas no virales (una de las herramientas para que las vacunas sean eficaces)”. “Este proceso es autolimitado y eventualmente se detiene después de un período de tiempo y todos los rastros del ADN, ARN y proteína iniciales desaparecen del huésped vacunado. La única característica restante son las células inmunitarias del huésped que ahora pueden reconocer y combatir el SARS-CoV-2”, afirma Kenney.
La vacuna no contiene SV40, partículas de virus ni componentes vivos, según Pfizer
Que la vacuna contenga piezas de la secuencia genética del SV40 no significa que el virus esté “dentro” de ella, al contrario de lo que dice la publicación viral. Kenney asegura que “el virus no está dentro de la vacuna de Pfizer”. Para ser así, necesitaría tener “casi todos los 5,234 nucleótidos que componen su genoma”, pero sólo tiene unos 150 nucleótidos del SV40. “En esencia, el plásmido (la molécula de ADN) que codifica la vacuna de Pfizer tiene un 2.8% del genoma de SV40. Dado que este 2.8% no tiene la capacidad de reproducir el virus o las proteínas del virus, no debe considerarse virus SV40”, explica el experto.
Desde Factchequeado nos hemos puesto en contacto con Pfizer para preguntarles sobre este hilo de Twitter. Un portavoz de la farmacéutica asegura que su vacuna contra el COVID-19 no contiene SV40, partículas de virus ni componentes vivos. “Puedes encontrar la lista completa de ingredientes en nuestra ficha técnica”, añade.
Olinger confirma que la vacuna de Pfizer no contiene SV40 y considera que el contenido viral en Twitter es “otro intento de confundir y causar preocupación injustificada”.
Qué sabemos de las vacunas contra la polio contaminadas con el virus SV40
El contenido indica que “no es la primera vez que SV40 aparece dentro de una vacuna” y que el virus se encontró hace años en la vacuna de la poliomielitis. La poliomielitis o polio es una enfermedad infecciosa vírica con una alta tasa de contagio que afecta al sistema nervioso y, en los casos más graves (uno de cada 200), puede provocar una parálisis permanente, generalmente de las piernas.
La polio no tiene cura, pero sí vacuna que protege de por vida. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la primera vacuna que se comercializó para esta enfermedad fue la desarrollada por el científico Jonas Salk en 1955, llamada vacuna antipoliomielítica inactivada (IPV). Ya a partir de 1963, la vacuna antipoliomielítica oral (OPV), desarrollada por Albert Sabin, sustituyó a la IPV "como método principal de prevención de la poliomielitis en la mayor parte de los países".
Los CDC exponen en su web que entre 1955 y 1963, "se estima que entre el 10 y el 30% de las vacunas contra la poliomielitis administradas en EE. UU. estaban contaminadas con el virus simio 40 (SV40)".
Este virus, según los CDC, provino de "cultivos de células de riñón de mono" que por aquel entonces se utilizaban para producir las vacunas contra la polio. La mayor parte de la contaminación se encontró en la vacuna IPV de Salk, pero también había en la OPV de Sabin. El gobierno de EE. UU. tomó medidas para verificar que los nuevos lotes de vacunas estuvieran libres del virus, como señalan los CDC.
Las vacunas contaminadas, según Olinger, estaban basadas en técnicas más antiguas de producción que utilizaban células de mono que las vacunas de ARNm evitan y que se dejaron de utilizar en vacunas desde finales de la década de 1960.
Según se explica en esta revisión publicada en International Journal of Cancer (IJC), el virus SV40 es asintomático e inofensivo en su huésped natural, los monos. Pero "cuando se administra en el laboratorio a roedores recién nacidos en dosis altas, el SV40 es oncogénico y es capaz de transformar células humanas y de roedores en cultivo". Por lo tanto, la preocupación inicial fue la posibilidad de que este virus hubiera causado cáncer a los humanos que habían estado expuestos a la vacuna contaminada.
No se ha encontrado una relación causal entre la vacuna contra la polio contaminada y el desarrollo de cáncer, según los CDC
A pesar de lo expuesto anteriormente, según apuntan los CDC, "la mayoría de los estudios que analizan la relación entre SV40 y los cánceres (en humanos) son tranquilizadores, ya que no encuentran una asociación causal entre la recepción de la vacuna contra la poliomielitis contaminada con SV40 y el desarrollo de cáncer".
Preguntados por esta cuestión, desde el Instituto Nacional del Cáncer (NCI, por sus siglas en inglés) de EE. UU. explicaban a Maldita.es, medio cofundador de Factchequeado, que científicos del NCI de la División de Epidemiología y Genética del Cáncer publicaron los resultados de un estudio con recién nacidos que recibieron la vacuna contra la polio contaminada con SV40 que "no mostró un mayor riesgo de cáncer".
En 2002, un comité del Instituto de Medicina (IOM, por sus siglas en inglés) de EE. UU. revisó las investigaciones que se habían realizado hasta entonces sobre este tema y concluyó que "la evidencia era inadecuada para concluir si la vacuna contra la polio contaminada causó cáncer o no". Si bien el comité afirmó que la evidencia de la que se disponía hasta 2002 era "lo suficientemente sólida" como para "sugerir" que la contribución de las vacunas contaminadas de SV40 al riesgo general de padecer cáncer habría sido "pequeña".
Desde 2002, se han publicado más investigaciones que abordan esta cuestión. Algunas de ellas las podemos encontrar referenciadas en la web de los CDC.
Por ejemplo, los resultados de este estudio de 2003 sobre la incidencia de cáncer en Dinamarca muestran que "la exposición a la vacuna contra la polio contaminada con SV40 en Dinamarca no se asoció con una mayor incidencia de cáncer".
Este otro artículo de 2004 concluye que "es poco probable" que el mayor riesgo de cáncer en los niños cuyas madres fueron vacunadas contra la polio antes de 1963 "se deba a la infección por SV40 transmitida de madres a hijos". Eric Engels, responsable de la División de Infecciones e Inmunoepidemiología del NCI participó en esta investigación. Engels dijo a AFP Factual que la comunidad científica había concluído que el virus SV40 no era causante del cáncer en humanos y que, personalmente, coincidía con esa idea.
En 2006, se publicó otra revisión en la International Journal of Cancer (IJC) (que ya hemos mencionado anteriormente) que defendía que "la evidencia más reciente no respaldaba la noción de que SV40 contribuyera al desarrollo de cánceres humanos". Según esta revisión, estudios epidemiológicos concluyeron que no se dio una mayor incidencia de cánceres en aquellos que tenían mayor riesgo de exposición al SV40 por la vacuna contaminada. "Como se destaca en el informe del IOM, estos datos por sí mismos no refutan el papel de SV40 en el cáncer humano (...) pero permiten la interpretación más limitada de que el aumento de la incidencia de cánceres no estuvo relacionada con la vacuna contaminada", manifiesta la publicación.
Por qué se ha producido un aumento de casos de cáncer en menores de 50 años
Tras indicar que la vacuna de Pfizer contra el COVID-19 contiene “partes de la secuencia de SV40”, el contenido afirma que en los últimos años se ha producido un “aumento inexplicable del cáncer”. En varios tuits, se adjuntan algunas capturas de pantalla de noticias que indican que ha habido un aumento de casos de algunos tipos de cáncer entre los jóvenes.
Una revisión publicada en la revista científica Nature en septiembre de 2022 concluye que la incidencia de cánceres de aparición temprana (diagnosticados antes de los 50 años) de seno, colon y recto, endometrio, esófago, vía biliar extrahepática, vesícula biliar, cabeza y cuello, riñón, hígado, médula ósea, páncreas, próstata, estómago y la tiroides ha aumentado en varios países durante las últimas décadas.
Esto se debe en parte al aumento del uso de programas de detección, según los autores, que en ningún momento citan las vacunas del COVID-19 entre las posibles razones. También parecen haber influido “los cambios en la dieta, el estilo de vida, la obesidad, el medio ambiente y el microbioma”.
No hay evidencias de que la vacuna de Pfizer aumente el riesgo de padecer cáncer. Las vacunas contra el COVID-19 son seguras y efectivas y fueron evaluadas en varios miles de participantes de ensayos clínicos, como indican los CDC, organismo encargado del control de enfermedades. Las vacunas cumplieron con rigurosos estándares científicos de seguridad, efectividad y calidad de fabricación antes de ser aprobadas.
Qué sabemos del investigador japonés al que se cita como fuente
En el hilo de Twitter, se cita como fuente a Yasufumi Murakami, al que se presenta como “un renombrado investigador japonés dentro del campo de la investigación celular y la Genómica, que ha desarrollado sus trabajos, entre otros, en la Biological Science and Technology, (Univ. Tokyo), o el Cellular Physiology Laboratory de Saitama”. En teoría, este investigador es quien habla en un video publicado en uno de los tuits.
Al hacer una búsqueda en Google Academics, hemos comprobado que Murakami ha publicado varias investigaciones relacionadas con el SV40. Desde Factchequeado nos hemos puesto en contacto con él para preguntarle si realmente es la persona que habla en el video y su valoración sobre lo que se indica en el hilo de Twitter. Al momento de publicar esta nota, no hemos obtenido una respuesta al respecto.
“Turbo cáncer” no es un término médico o científico, sino un concepto acuñado por antivacunas *
Aprovechando esta narrativa, quienes comparten la desinformación que vincula la vacuna COVID-19 de Pfizer y el virus SV40 afirman que este producto sanitario tiene la capacidad de causar “turbo cáncer”. Sin embargo, “turbo cáncer” no es un término médico o científico que indique un problema de salud específico o síndrome. No aparece en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11) y en repositorios de literatura científica como PubMed o Google Scholar únicamente aparece como ejemplo desinformación, malas práctica éticas o citado expresamente para desvincularse de este término.
Según explica la página Science-Based Medicine, no es la primera vez que se intenta vincular maliciosamente las enfermedades oncológicas con una vacuna. Las de la polio, precisamente, sufrieron contaminaciones con SV40 en el 10-30% de sus viales distribuidos entre 1955 y 1963, explican los CDC. Esto alimentó rumores que relacionaban estas vacunas con la capacidad de aumentar el riesgo de cáncer. Numerosa literatura científica ha comprobado, décadas después, que las vacunas supuestamente contaminadas no aumentaron los índices de cáncer.
David Gorski, profesor de Cirugía y Oncología en la Universidad Estatal de Wayne (Estados Unidos) y autor de la web Science-Based Medicine, explica que el término “turbo cáncer” se emplea en narrativas antivacunas haciendo referencia a un supuesto “aumento excesivo” de los casos de cáncer por la vacunación (narrativa que hemos desmentido en Maldita.es); o casos singulares de pacientes que desarrollan un tipo de cáncer agresivo después de recibir una vacuna COVID-19, confundiendo correlación con causalidad.
Otros verificadores de la IFCN han desmentido narrativas que emplean el término “turbo cáncer”: Reuters, Fact Check, FactCheck.org o USA Today.
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Leer más:
No, Pfizer no comercializó su vacuna COVID-19 sin comprobar su eficacia
* Actualizado el 30 de octubre de 2023 con información sobre diferentes contenidos que hacen referencia al "turbo cáncer".
Primera fecha de publicación de este artículo: 09/05/2023