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No, la homosexualidad no es una enfermedad y no necesita cura: cómo la Ciencia rectificó y dejó de considerarla como tal

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Si sólo tienes unos segundos, lee estas líneas:

  • Varios usuarios afirman en redes sociales que la homosexualidad es una enfermedad y que se puede "curar". Es falso.
  • Ni la Organización Mundial de la Salud (OMS) ni la Asociación Estadounidense de Psiquiatría ni los CDC, encargados del control de enfermedades, consideran que la homosexualidad sea una enfermedad. Por lo tanto, no hay nada que curar.
  • Varios estudios indican que las personas homosexuales tienen un mayor riesgo de padecer problemas de salud mental. La causa principal a la que apuntan es la discriminación a la que en ocasiones se enfrentan.
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Circulan varios contenidos en redes sociales que indican que la homosexualidad es una enfermedad y que se puede “curar”. Es falso. Más allá de las ideas religiosas o morales al respecto, hay que dejar claro que, científicamente, estas ideas no tienen ningún fundamento: hace décadas que la Ciencia dejó de considerar a la homosexualidad una enfermedad que necesite cura o tratamiento. Ni la Organización Mundial de la Salud (OMS) ni la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (APA, por sus siglas en inglés) ni los CDC, encargados del control de enfermedades, clasifican la homosexualidad como una patología.

Su inclusión (y posterior salida) del manual más usado de diagnóstico psiquiátrico

En los años 50 y 60, debido a la influencia de ideas religiosas y morales, la homosexualidad sí se consideraba un trastorno psicológico o psiquiátrico que requería tratamiento por parte de un especialista.

En muchas ocasiones, esos tratamientos consistían en terapias de aversión, en las que se mostraba a la persona supuestamente trastornada imágenes de personas de su mismo género desnudas y, a la vez, se le aplicaban descargas eléctricas o medicamentos para provocarles vómitos o náuseas. Después se les organizaban “agradables” citas con personas del género opuesto para asociar sensaciones agradables y así reforzar ese comportamiento supuestamente sano y natural.

Cuando la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (APA, por sus siglas en inglés) publicó la primera edición de su Manual Diagnóstico y Estadístico (DSM, por sus siglas en inglés), convertido en una de las principales guías de medicina psiquiátrica en todo el mundo, la homosexualidad se encontraba entre los trastornos sexuales que se recogía en ella, en consonancia con la postura mayoritaria de la época.

Pero en los años 70 esta postura comenzó a tambalearse hasta virar totalmente. Varios estudios ya habían comenzado a demostrar que las personas gays o lesbianas eran indistinguibles de las heterosexuales en términos de funcionalidad y que no sufrían más traumas, problemas familiares o de identidad sexual. Sin embargo, fue la oleada de activismo en favor de los derechos de las personas gays o lesbianas la que terminó de provocar el cambio.

En 1973, la APA celebró una votación para decidir si eliminaba la homosexualidad como trastorno de la siguiente edición de su manual. Ganó la opción a favor, pero fue evidente la división existente sobre el tema, tal y como se cuenta en este reportaje de la Agencia Sinc. Así que la homosexualidad dejó de considerarse un trastorno, pero pasó a considerarse un desorden de la orientación sexual, susceptible de ser tratada cuando la persona no se sintiese a gusto con su orientación sexual.

No fue hasta 1987, 15 años después, cuando la homosexualidad desapareció completamente de este manual. La Organización Mundial de la Salud (OMS) necesitó 3 años más para eliminarla de su Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y otros Problemas de Salud, algo que ocurrió en 1990.

Las relaciones gays o lesbianas son “formas normales de vínculo humano”, según la APA

“Las orientaciones lesbianas, gays y bisexuales no son trastornos”, asegura la APA en su página web. Según el organismo, las investigaciones no han encontrado ninguna asociación entre ninguna de estas orientaciones sexuales y la psicopatología. 

Tanto el comportamiento heterosexual como el homosexual “son aspectos normales de la sexualidad humana”, que “han sido documentados en muchas culturas y épocas históricas diferentes”. 

“A pesar de la persistencia de estereotipos que retratan a las personas lesbianas, gays y bisexuales como personas con trastornos, varias décadas de investigación y experiencia clínica han llevado a todas las organizaciones médicas y de salud mental convencionales de este país a concluir que estas orientaciones representan formas normales de experiencia humana”, asegura la APA.

Más riesgo para su salud mental, pero no por su orientación sino por el entorno

Varios estudios e informes han mostrado que las personas gays, lesbianas o con orientaciones o identidades sexuales o afectivas no mayoritarias padecen de media un mayor riesgo para su salud física y mental: problemas psiquiátricos como ansiedad o depresión, consumo de sustancias, ser víctimas de violencia física y sexual y suicidio.

El motivo es múltiple, pero se considera que la causa principal es la discriminación que sufren aún hoy estas personas incluso en los países supuestamente más avanzados que, a su vez, se manifiesta en más dificultades para acceder a la atención médica y psicológica que podría ayudarles.

Insistir en que la homosexualidad es una enfermedad que requiere una cura es una forma de promover esa discriminación sanitaria de las personas homosexuales, enmarcando sus problemas de salud en un problema inexistente asociado con su identidad en vez de atender sus necesidades médicas reales y darles el tratamiento que sí necesitan.

Otras desinformaciones sobre la comunidad LGTBIQA+ que la Ciencia ha desmentido

En esta nota de Maldita.es, medio cofundador de Factchequeado, se recopilan algunas de las desinformaciones que afectan a la comunidad LGTBIQA+ (lesbianas, gays, trans, bisexuales, intersexuales, queer, asexuales y otros no cisheteronormativos) y que la Ciencia ya ha desmentido. Por ejemplo, la idea de que las personas bisexuales son más promiscuas (resultados científicos demuestran que sus impulsos sexuales son más o menos los mismos que los de las personas con otras orientaciones sexuales) o que todo lo que no es heterosexual es antinatural (se han observado en otras especies animales toda una variedad de comportamientos sexuales más allá de la heterosexualidad).

Una de esas desinformaciones es que las personas trans están enfermas, algo que, igual que la "enfermedad" homosexual, ha requerido décadas para ser desmentido. En este caso, no se consiguió hasta 2018 con la publicación por parte de la OMS de la ICD-11, la clasificación estadística internacional de enfermedades y problemas relacionados con la salud, y en ella los trastornos de identidad de género pasan a llamarse disforia de género y se trasladan de la categoría de “trastorno de la personalidad y el conocimiento” a la de “condiciones relativas a la salud sexual”.

Las personas transgénero son aquellas cuya identidad o expresión de género no coincide con el sexo que se le asignó al nacer, según los CDC. En esta nota de Factchequeado te explicamos qué es la disforia de género y por qué no todas las personas trans la sufren.

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