Es normal sentir una variedad de emociones después de un evento traumático como un tiroteo masivo, como indica la Asociación Estadounidense de Psicología (APA, por sus siglas en inglés). No hay una forma correcta o incorrecta de sentir y cada uno puede procesar la vivencia de forma diferente. Te contamos algunos consejos de la APA y otras organizaciones para gestionar la angustia, el miedo y otros sentimientos que pueden surgir tras un tiroteo.
Es habitual sentir miedo, ira o tristeza tras un tiroteo masivo
Algunas personas experimentan una variedad de emociones después de un evento tan traumático como un tiroteo, según la Asociación Estadounidense de Psicología (APA, por sus siglas en inglés). Entre los sentimientos habituales, la AMA menciona conmoción, tristeza, miedo, ira, desilusión o pena. También es posible sentir que “el mundo es un lugar más peligroso hoy que ayer”.
“Sentirse inseguro constantemente puede provocar una variedad de comportamientos como problemas para dormir, irritabilidad, dificultad para concentrarse, mayor consumo de alcohol y tabaco, aislamiento social y miedo a quienes nos rodean”, indica el Centro para el Estudio del Estrés Traumático (CSTS, por sus siglas en inglés).
Tener estos sentimientos tras un tiroteo masivo es habitual. Así lo indica la APA, que destaca que normalmente desaparecen con el tiempo: “El apoyo y el cariño de familiares y amigos puede ayudar a reducir el impacto emocional y, en última instancia, hacer que los cambios provocados por la tragedia sean más llevaderos”.
Hablar sobre ello y otros consejos para sobrellevar la angustia
La APA y el CSTS ofrecen algunos consejos para gestionar la angustia que puedes sufrir tras un tiroteo masivo:
Habla sobre ello: pide apoyo a personas que se preocupan por ti y que escucharán tus preocupaciones. Recibir atención y comprensión puede ser muy reconfortante y tranquilizador. A menudo, hablar con otras personas que han vivido experiencias similares puede ayudarte a sentirte menos diferente o solo.
Busca a alguien que te acompañe: si ir a lugares públicos o viajar te causa angustia, ve acompañado de otras personas o en grupos hasta que la angustia disminuya.
Busca el equilibrio: cuando ocurre una tragedia, es fácil sentirse abrumado y adoptar una actitud negativa o pesimista. Para contrarrestar estos sentimientos, recuerda a las personas y los momentos significativos y alentadores en tu vida. Buscar el equilibrio te permite tener una visión más saludable de ti mismo y del mundo que te rodea.
Desconecta y toma un descanso: trata de limitar la cantidad de noticias que consumes, ya sea en redes sociales, Internet, periódicos, revistas o televisión. La sobreexposición a la información puede aumentar tu estrés y las imágenes impactantes pueden intensificar tu angustia. Programa pausas regulares para concentrarte en actividades que disfrutes y que te distraigan de lo ocurrido.
Evita aumentar el consumo de alcohol y tabaco para sobrellevar el estrés: el CSTS sugiere usar técnicas conductuales para relajarte que no tengan efectos negativos para la salud -como la respiración y la relajación muscular-.
Respeta tus sentimientos: recuerda que es normal experimentar una variedad de emociones después de un evento traumático. Puede que sientas una carga intensa de estrés similar a la producida por una lesión física. Por ejemplo, puedes sentirte agotado, dolorido y descentrado.
Ayuda a otros o haz algo productivo: infórmate en tu comunidad sobre cómo puedes ayudar a las personas afectadas por este evento o que tienen otras necesidades. A menudo, brindar apoyo a los demás no solo les beneficia a ellos, sino que también puede hacerte sentir mejor.
Si has perdido amigos en esta u otra tragedias, recuerda que el dolor por la pérdida de un ser querido es un proceso largo: Date tiempo para experimentar tus sentimientos y recuperarte. Para algunos, esto puede significar quedarse en casa, mientras que para otros puede implicar volver a su rutina diaria. Manejar el impacto emocional de un evento así tomará tiempo; es normal tener altibajos emocionales e incluso sentir la "culpa del sobreviviente", es decir, el sentimiento de culpa por haber sobrevivido mientras otros no lo hicieron.
Para muchas personas, los consejos y estrategias mencionados anteriormente pueden ser suficientes para sobrellevar la crisis tras un tiroteo masivo, según la APA.
Sin embargo, en algunos casos, uno puede quedarse atascado o tener dificultad para manejar reacciones intensas. En ese caso, puedes consultar a un psicólogo que te ayude a desarrollar una estrategia adecuada para seguir adelante. “Es importante recibir ayuda profesional si sientes que no eres capaz de funcionar o llevar a cabo actividades básicas de la vida diaria”, indica la APA.
Cómo ayudar a tu hijo a gestionar los efectos de un tiroteo
Los niños y adolescentes pueden reaccionar de manera diferente a un tiroteo dependiendo de su edad y experiencias previas. Así lo indica la Red Nacional de Estrés Traumático Infantil (NTCSN), que señala que sus reacciones están fuertemente influenciadas por cómo responden los padres, familiares, maestros y otros cuidadores al evento: “A menudo, recurren a estos adultos en busca de información, consuelo y ayuda”.
Estos son algunos consejos de la NTCSN si tus hijos presenciaron un tiroteo:
Dedica tiempo a hablar con ellos: hazles saber que pueden hacerte preguntas y expresar sus preocupaciones y sentimientos. Puede que no sepas las respuestas y está bien que se lo digas. Respeta sus tiempos y no los presiones para que hablen si no quieren.
Busca momentos para tener estas conversaciones: aprovecha momentos como las comidas en familia o las tardes juntos para hablar sobre lo que está ocurriendo en la familia y en la comunidad. Evita tener estas conversaciones cerca de la hora de dormir.
Fomenta el autocuidado: Anima a tus hijos a mantenerse hidratados, comer de manera regular, descansar y hacer suficiente ejercicio. Hazles saber que está bien tomarse un descanso y dejar de hablar sobre los recientes ataques o no participar en eventos conmemorativos.
Ayuda a que tus hijos se sientan seguros: habla con ellos sobre sus preocupaciones acerca de la seguridad y debate de los cambios que están ocurriendo en la comunidad para mejorar la seguridad. Anímalos a compartir sus inquietudes tanto contigo como con los maestros en la escuela.
Mantén las “reglas” familiares: continúa con las reglas establecidas, como los horarios de regreso a casa, la comunicación contigo mientras están con amigos y el cumplimiento de las tareas y responsabilidades. Temporalmente, supervisa más de cerca adónde van los adolescentes y qué planean hacer para asegurarte de que están bien. Hazles saber que esta supervisión adicional es temporal y se reducirá cuando la situación se normalice.
Limita su exposición a los medios: explícales que seguir constantemente las noticias y las redes sociales tras un tiroteo puede aumentar el miedo a que ocurran más ataques y propagar rumores infundados. Anímalos a distraerse con otras actividades y a hablar contigo sobre sus sentimientos.
Ayúdales a identificar los desencadenantes emocionales (estímulos que pueden provocar fuertes reacciones emocionales en una persona, especialmente si están vinculados a experiencias traumáticas pasadas): ayuda a los niños a identificar y gestionar estos desencadenantes como personas, lugares, sonidos, olores y sentimientos, ayudándoles a distinguir entre el evento traumático y los recordatorios posteriores. Puedes ofrecerle consuelo y ayudarle a manejar el malestar. Cuando los niños identifiquen un desencadenante, pueden decirse a sí mismos: "Estoy afectado porque me he acordado del tiroteo cuando la bolsa de papas hizo ruido. Pero ahora no hay tiroteo y estoy a salvo”.
Involucra a otros adultos en la vida de los menores: si tus hijos han experimentado una lesión grave, la pérdida de un ser querido o cualquier dificultad, informa a los maestros u otros adultos comprensivos para que puedan apoyarles.
Si los adolescentes siguen experimentando dificultades varios meses después del tiroteo, la NTCSN aconseja a los padres buscar ayuda de un médico o un profesional de la salud mental.
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