Uno de cada cuatro niños en Estados Unidos pertenece a una familia inmigrante. Así lo indicó la Academia Americana de Pediatría (AAP), que considera niños de familias inmigrantes a quienes nacieron en el extranjero o tienen al menos un progenitor nacido fuera del país. En el caso de los niños latinos, más de la mitad (53%) vive con al menos uno de sus padres nacido en otro país. Así lo indicó el Centro Nacional de Investigación sobre Niños y Familias Hispanas, que señala que aunque la gran mayoría de los niños latinos nacieron en EE.UU., alrededor del 7% nacieron en el extranjero.
Te explicamos qué sabemos sobre el impacto de la migración en la salud mental de estos menores y qué consejos dan los expertos para apoyar su bienestar.
Apoyo familiar y otros consejos de expertos para fortalecer la salud mental de niños migrantes
Varias investigaciones apuntan a que es fundamental fortalecer el apoyo familiar, ya que una relación positiva entre padres e hijos reduce significativamente los síntomas de ansiedad y depresión, incluso en contextos de estrés migratorio y separación familiar.
“La comunicación abierta entre cuidadores y niños es un factor clave que predice la capacidad del niño para manejar desafíos y prosperar”, explicó Amanda Venta, profesora asociada de psicología, psicóloga clínica licenciada y directora del Laboratorio de Estudios sobre Juventud y Familia en la Universidad de Houston. La experta insistió en que se debe tomar en serio lo que los niños expresan sobre su adaptación y monitorear su comportamiento, incluyendo conductas disruptivas, dificultades para dormir y aislamiento. Además, Venta aconsejó cultivar espacios donde el niño sienta que pertenece y es valorado por quien es.
Luz Garcini, directora del Centro de Salud Comunitaria y Pública en el Kinder Institute of Urban Research, coincidió en que es crucial que los padres hablen con sus hijos. “Aunque esto pueda ser difícil para los padres, especialmente aquellos que trabajan largas jornadas y los que no hablan inglés, tratar de encontrar tiempo para conectarse durante el fin de semana y tener conversaciones sobre la escuela y cómo se siente el niño es fundamental”, contó a Factchequeado Garcini, que también es académica en el Baker Institute of Public Policy y profesora asistente en el Departamento de Ciencias Psicológicas de la Universidad de Rice. La experta destacó la importancia de que los padres animen a sus hijos a hablar con ellos cuando algo no esté funcionando.
Algunas familias tienen que hacer frente al temor a la deportación. En estos casos, Oswaldo Moreno, presidente electo de la Asociación Nacional de Psicología Latinx, director del programa de investigación La Esperanza y profesor asociado de psicología en la Universidad Estatal de Virginia, aconsejó a Factchequeado incentivar a los niños a expresar sus emociones, ya que crear un entorno estable en casa ayudará a reducir la tensión mental y emocional que esta situación puede generar.
La AAP ofrece en esta página web recursos educativos en español y otros idiomas para ayudar a las familias a manejar la ansiedad infantil, la depresión, comportamientos disruptivos o agresivos, y síntomas de falta de atención, impulsividad e hiperactividad.
Respiración, pensamiento positivo y otros consejos claves para calmar la ansiedad infantil
Por ejemplo, para los niños que padecen ansiedad, el organismo recomendó estrategias como la respiración profunda y el pensamiento positivo (por ejemplo, decir “puedo intentar esto” en vez de “no puedo hacer esto”). También aconsejó sugerirle al niño cuando tenga miedo o esté preocupado que piense en un lugar seguro, como su habitación o su lugar preferido al aire libre. Además, aconsejó dedicar un tiempo diario para estar a solas con el niño, sin televisión ni otros medios electrónicos. “Incluso 10 minutos por día pueden hacer una gran diferencia”, señaló.
Para manejar la ansiedad de los niños, la AAP aconsejó algunas actividades como modelar arcilla, escuchar música relajante o frotar telas con texturas. “Las mejores telas para esto son la pana y las sedas”, explicó el organismo, que señala que frotar estas telas puede darle al menor sensación de tranquilidad. El niño puede guardar las telas en su bolsillo o estas pueden pegarse en la parte de arriba o de abajo de un escritorio.
También propone una estrategia llamada “anteojos chistosos”, pensada para ayudar a los niños pequeños a hablar sobre cosas que les generan miedo o vergüenza. La técnica consiste en darle al niño unas gafas de sol grandes y baratas para que se las ponga. Según el organismo, esto puede ayudar a crear una sensación de distancia entre el niño y sus preocupaciones. Con los lentes puestos, los niños pueden sentir que “nadie los está mirando” mientras hablan sobre aquello que les incomoda, lo que puede hacer que se sientan más seguros y menos expuestos al compartir sus sentimientos.
Consejos de expertos para adaptarse a la escuela
El tiempo en Estados Unidos y el apoyo de la familia y los maestros pueden reducir el riesgo de síntomas depresivos y ansiedad, según una investigación publicada en The Journal of Nervous and Mental Disease.
A la hora de adaptarse al sistema educativo, los estudiantes hispanos enfrentan obstáculos como barreras lingüísticas, diferencias culturales y discriminación, lo que puede dificultar su adaptación.
Para apoyar a sus hijos en este proceso, varios expertos aconsejaron a Factchequeado que los padres se involucren activamente en la escuela, participando en actividades y reuniones, estableciendo horarios regulares para las tareas y mostrando interés en el rendimiento académico.
Alfonso Mercado, psicólogo clínico y profesor en el Departamento de Ciencias Psicológicas de la Universidad de Texas en el Valle del Río Grande y expresidente del Grupo de Trabajo Presidencial sobre Inmigración y Salud de la APA, señaló que es importante “mostrar interés en el rendimiento y la experiencia académica del niño”. El experto aconsejó sentarse con el menor para hablar sobre sus metas académicas y preguntarle sobre su día escolar, tareas y actividades.
También sugirieron evitar actitudes negativas hacia la escuela y conversar con los hijos sobre sus experiencias y emociones. Para facilitar la comunicación en la escuela, los expertos aconsejaron pedir traductores o recursos en otros idiomas cuando sea necesario, formar grupos de apoyo con otros padres y establecer vínculos con el personal escolar bilingüe. Puedes leer más consejos de expertos sobre cómo apoyar a tus hijos en la adaptación escolar en esta nota de Factchequeado.
Ante señales graves de problemas de salud mental en un niño, la AAP recomienda buscar atención psicológica profesional.
El impacto psicológico de la migración en niños latinos
Los niños migrantes enfrentan una multitud de experiencias traumáticas antes, durante y después de la migración, según una revisión publicada en Developmental Psychobiology sobre niños migrantes que emigran de México y Centroamérica a Estados Unidos.
Venta explicó que el estrés asociado con el proceso de aculturación es común y puede relacionarse con otros desafíos emocionales como la depresión, la ansiedad y dificultades conductuales.
Un estudio publicado en Journal of Migration and Health identificó que los factores migratorios que más impactan negativamente en la salud mental de los niños incluyen la pérdida de acceso a recursos gubernamentales y educativos, traumas previos a la migración, la pérdida de la comunidad, la distancia cultural, las dificultades socioeconómicas y las experiencias de discriminación.
“El proceso de adaptación, por supuesto, se vuelve más difícil para los niños que enfrentan discriminación, pobreza o un estatus legal inestable”, afirmó Venta, quien también fue copresidenta del Grupo de Trabajo de Inmigración y Salud de la Asociación Estadounidense de Psicología (APA, por sus siglas en inglés) en 2024.
A ello se suma, según la AAP, que los niños de familias inmigrantes pueden enfrentar barreras para acceder a programas y beneficios destinados a apoyar a menores de bajos ingresos. Además, tienen menos probabilidades de tener una fuente habitual de atención médica y de obtener atención especializada cuando la necesitan: “Tienen casi el doble de probabilidades de no tener seguro médico en comparación con los niños de familias no inmigrantes”.
Además, la AAP destacó que los niños que han cruzado la frontera para ingresar a Estados Unidos, así como los niños que son refugiados, pueden haber sufrido abuso, explotación y traumas graves.
Salud mental en niños migrantes indocumentados y de familias con estatus mixto
Los eventos traumáticos, discriminación o un estatus legal inestable (es decir, los estresores migratorios) aumentan el riesgo de ansiedad y depresión. Así lo indica una investigación publicada en The Journal of Nervous and Mental Disease, que concluye que los adolescentes indocumentados presentan un mayor riesgo de ansiedad en comparación con los documentados, y que los niños en familias con estatus migratorio mixto también tienen un riesgo elevado de ansiedad y, en menor medida, de síntomas depresivos.
Del mismo modo, los niños inmigrantes no acompañados –niños y adolescentes menores de 18 años sin estatus legal que migran sin un padre o tutor– presentan un alto riesgo de sufrir angustia emocional, incluyendo síntomas de depresión, ansiedad y estrés postraumático, según una investigación publicada en la revista científica JAMA Pediatrics.
Otra revisión publicada en Current Opinion in Psychology señala que este grupo a menudo enfrenta adversidades en la primera infancia y traumas repetidos. Los autores destacan además que las políticas migratorias severas y excluyentes –como las separaciones familiares, las estancias prolongadas en centros de detención y el acceso desigual a la atención médica– agravan aún más su sufrimiento.
¿Cómo afecta la separación de la familia y amigos a la salud mental de estos niños?
La separación de la familia y los amigos en el proceso migratorio de los niños latinos puede producirse en distintos momentos, como muestran varias investigaciones: antes de la migración (cuando los padres migran primero y los hijos quedan al cuidado de otros familiares), durante la migración (cuando los niños migran solos o en rutas separadas de sus familiares) y en la llegada o postmigración (por detención, deportación o dificultades para la reunificación familiar).
“Muchos niños inmigrantes viven en familias con al menos uno de sus padres enfrentando la amenaza de deportación sin previo aviso ni preparación”, señaló la AAP. La separación familiar debido a la deportación es especialmente perjudicial para los niños y adolescentes, que pueden experimentar miedo al abandono y dificultades de apego. En esta nota de Factchequeado te explicamos cómo las deportaciones afectan a la salud mental de niños y adultos y qué consejos dan los expertos para afrontar el impacto de la separación familiar.
La familia y los amigos son apoyos críticos para la salud mental y el bienestar de niños y padres, según Venta. “La separación de estas redes de apoyo hace que sea más difícil manejar situaciones estresantes y suele ir acompañada de un duelo”, afirmó. La experta destacó además que “la separación de los cuidadores principales, algo común en familias migrantes, tiene consecuencias graves y a largo plazo para el bienestar del niño”.
Cómo detectar si un niño migrante enfrenta dificultades emocionales
Hay señales que pueden ayudar a padres y maestros a reconocer si un niño migrante latino en Estados Unidos está experimentando dificultades emocionales.
Una investigación publicada en JAMA Pediatrics. mencionan tristeza persistente, retraimiento social, ansiedad, irritabilidad, cambios en el sueño, disminución del rendimiento escolar y quejas somáticas sin causa médica clara. Según los autores, también hay quienes pueden experimentar conducta impulsiva, agresividad, problemas de disciplina, y conductas desafiantes o disruptivas.
Este contenido forma parte de “Con voz propia: rompemos mitos desde la comunidad”, un proyecto de Madre Tierra Philly y Factchequeado, apoyado por Independence Public Media Foundation. La selección de los temas tuvo como punto de partida un proceso de escucha activa de la comunidad latina en Filadelfia, Pensilvania.
Lee también: