¿Tú también has oído hablar de estas “estelas peligrosas”? Circulan varias publicaciones en redes sociales que afirman que algunos aviones dispersan aerosoles a la atmósfera con fines sospechosos aunque poco determinados. Estas supuestas estelas químicas se conocen como chemtrails. “La dispersión de aerosoles a la atmósfera desde aviones es un hecho por cuanto esta actividad de terrorismo climático se desarrolla delante de nuestros propios ojos”, indica un tuit por el que nos preguntaste a través del chatbot de Factchequeado [+1(646) 873-6087 ].
¿No sabes de dónde ha salido esta idea o qué tiene de cierto? Para empezar, te adelantamos que no hay ninguna prueba ni evidencia de que las chemtrails sean algo real ni de que exista ninguna conspiración al respecto.
Qué sabemos de los bidones que aparecen en un video compartido en Twitter
En el tuit por el que nos preguntaste a través del chatbot de WhatsApp hay un video en el que se muestran varias imágenes del interior de un avión. En ellas, aparecen múltiples bidones grises con una tapa roja. Y en el tuit aseguran que se trata de “depósitos enteros de esas sustancias químicas”
A través de una búsqueda inversa en Google, desde Factchequeado hemos comprobado que se trata de fotografías tomadas en el interior de un avión Airbus A380. Estas imágenes se comparten al menos desde 2013 haciendo referencia a estas supuestas estelas químicas.
En una imagen tomada en 2005 en el aeropuerto de Dubái aparecen unos bidones idénticos. “Esta es una vista de la cabina principal del A380 en el Dubai Airshow de 2005”, indica el portal Airlines.net en la descripción de la imagen. Además, señala que el avión estaba equipado principalmente con equipos de prueba y que estos bidones eran “contenedores de almacenamiento de agua” que “podían llenarse o vaciarse para actuar como lastre y simular una carga de pasajeros”.
El medio de comunicación alemán Correctiv ya desmintió en 2021 que estas imágenes prueben que existen los llamados chemtrails.
¿Qué son las supuestas chemtrails?
La palabra chemtrail es una contracción de los términos chemical trail o estelas químicas. Se utiliza como oposición a contrail o condensation trail, estelas de condensación, que serían las que de forma habitual dejan los aviones al expulsar vapor de agua como parte de su funcionamiento, esas líneas blancas que seguro alguna vez has percibido en el cielo. Según la teoría de las chemtrails, en ellas no habría vapor de agua, sino supuestas sustancias químicas con diversos efectos perjudiciales.
Quienes defienden esta teoría señalan que es posible distinguir ambos fenómenos a simple vista: mientras que las inofensivas contrails son más cortas, finas y duran menos tiempo en el cielo antes de dispersarse, las chemtrails serían más densas, gruesas y persistentes. Además, las maniobras aéreas para dispersarlas consistirían en movimientos circulares o en cuadrícula, de forma que todo el cielo terminase eficazmente cubierto y así potenciar sus supuestos efectos.
Esos supuestos efectos son variados. Algunos defensores de esta teoría conspirativa apuestan porque buscan causar algún daño a la población (esparcir enfermedades, favorecer el control mental, causar infertilidad...) y otros que el objetivo es controlar el clima o afectar a las cosechas (sembrado de nubes, robar la lluvia, acidificar el suelo...). En esta última línea encaja la teoría de las avionetas antilluvia, que ya han desmentido desde Maldita.es, medio cofundador de Factchequeado.
En cambio, la mayor parte de la comunidad científica descarta esta teoría conspirativa y explica el fenómeno dentro de 2 posibilidades: o bien son también contrails, ya que su aspecto y duración varía y depende de la altura del vuelo y de las condiciones atmosféricas en cada momento; o bien son cirros, un tipo de nube que puede tener aspecto de estelas.
No hay pruebas y los argumentos a favor no se sostienen
No existe ninguna evidencia a favor de esta conspiración, y sí muchas en contra. Para empezar, el posicionamiento público de los mayores expertos en Ciencias atmosféricas, que en 2016 afirmaron no haber encontrado ninguna prueba de esta supuesta práctica.
Se trató de una encuesta realizada por investigadores de la Universidad de California en Irvine en la que 76 de los 77 científicos encuestados (el 98,7%) aseguraron no haber hallado esas evidencias. Solo 1 de ellos dijo haber hallado evidencia de “un programa secreto de fumigación atmosférica a gran escala".
Además, según indican, el tamaño de esta supuesta conspiración implicaría que cientos o miles de personas estuviesen involucradas, desde altas autoridades internacionales hasta operarios de a pie y pilotos, y que ninguno de los implicados hubiera roto nunca el secreto, algo poco probable.
La posible confusión con contrails y cirros o el hecho de que se haya documentado la presencia de estelas persistentes desde al menos los años 20 del siglo XX, coincidiendo con la expansión de la aviación y mucho antes de que se generalizase esta teoría en los años 90, son otros argumentos que contradicen la idea de la fumigación generalizada.
También el hecho de que, cuando se han encontrado esos supuestos elementos químicos con los que se fumiga, no ha sido en las nubes, sino en el suelo o el agua, donde su presencia puede deberse a otros fenómenos y, en la mayoría de los casos, se considera normal o inocua, según concluían varios de los científicos atmosféricos preguntados en la encuesta antes mencionada.
¿Por qué es una conspiración tan resistente?
El problema es que esta es una conspiración muy difícil de erradicar, especialmente en las personas que creen en ella. Por un lado, es científicamente complicado demostrar que algo no existe. Como mucho, se puede explicar la falta de evidencias, cuestionar los argumentos a favor y demostrar su debilidad o falta de lógica.
Por otro, todos hemos visto esas estelas en el cielo y sabemos que no siempre se comportan igual, así que es fácil pensar que está ocurriendo algo desconocido u oculto. También es fácil asociarlas con determinados efectos negativos, como un dolor de cabeza o una mala racha meteorológica. La relación causa-efecto puede aparecer así en nuestra cabeza y puede ser muy difícil convencernos de lo contrario.
Por último, la idea de una megaconspiración puede ser difícil de aceptar pero, una vez aceptada, queda sellada a prueba de bombas: cualquier argumento o evidencia en su contra puede provenir de alguien involucrado en la conspiración y, por tanto, no ser tenida en cuenta por los que creen en ella. Existe un sesgo de confirmación, o lo que es lo mismo, una tendencia por la cual la gente busca y se cree los datos que apoyan su punto de vista, mientras que descarta los que no lo hacen.
Ni fotos ni testimonios son una evidencia científica
Frente a esto, los defensores de la teoría de las chemtrails muestran videos y fotos de estelas en el cielo como su principal prueba. También supuestos efectos inmediatos cuando esto ocurre: o bien signos de malestar físico, como dolores de cabeza o náuseas, o bien la desaparición de las nubes cuando estaba a punto de llover.
Es importante señalar que esto no constituye evidencia alguna a favor de esta teoría de la conspiración. Como hemos dicho, las estelas pueden formarse por otros motivos o ser simples nubes, mientras que tanto los efectos sobre la salud, como la manipulación de la lluvia, son demasiado complejos como para que las fotos o los testimonios constituyan una evidencia.
¿Cuál es el origen de la teoría de las chemtrails?
La denuncia de las chemtrails empezó a finales de los 90 a través de la red y especialmente de webs dedicadas a difundir ideas conspiratorias. En 1997 se podía encontrar un texto, considerado el punto de partida de esta idea en concreto, en el que se afirmaba que "las líneas que llenan nuestros cielos no son estelas de condensación. [...] Todo esto apesta a un programa gubernamental de control de población".
Dos años después, la teoría se expandió por todo Estados Unidos, y de ahí a todo el mundo, cuando el periodista William Thomas recogió y emitió estas preocupaciones (que sigue defendiendo al día de hoy) en el programa de radio Art Bell.
En Estados Unidos, como explicó PolitiFact, medio aliado de Factchequeado, en esta nota, esta teoría conspirativa circula desde hace al menos 2 décadas con mensajes como este: "Desde el año 2000, el Departamento de Defensa y el Departamento de Energía han estado rociando todo el cielo de Estados Unidos con la mezcla tóxica de productos químicos y otros agentes biológicos". Este en concreto procede de un video de TikTok publicado el 27 de enero de 2022.
Para un repaso detallado a la historia de esta conspiración, te recomendamos este artículo (en inglés) en la página Contrail Science, que analiza qué hay de ciencia y qué hay de pseudociencia en contrails y chemtrails; y, en español, este del químico ambiental Xavier Giménez Font en Investigación y Ciencia o este escrito por el bioingeniero José María Mateos en Naukas.
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