“Por favor, abstente de lamer sapos”. Este es el aviso que ha publicado en Facebook el Servicio de Parques Nacionales (NPS, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos. Estos anfibios secretan una toxina (bufotenina) para defenderse de otros animales que, además, puede ser peligrosa para la salud de los humanos. Te explicamos por qué hay quienes intentan lamer sapos y qué riesgos conlleva hacerlo.
Algunos sapos secretan una potente toxina psicodélica
El sapo del desierto de Sonora, también conocido como Bufo alvarius o sapo del río Colorado, es uno de los más grandes en América del Norte. Mide casi 7 pulgadas (unos 18 centímetros) y suele tener un dorso verde o gris verdoso y un vientre blanco.
Este animal tiene unas glándulas prominentes que secretan “una potente toxina” llamada bufotenina, como explica el NPS. Se trata de una sustancia blanca lechosa, también conocida como 5-MeO-DMT, que se puede inhalar o fumar e induce un ‘viaje' psicodélico “breve pero intenso", según cuentan desde Drug Science, un grupo internacional de investigación científica, al periódico The Washington Post. Estos investigadores aseguran, además, que el hecho de que las personas puedan drogarse simplemente lamiendo sapos es un "mito popular".
El NPS no ha especificado cuántas personas deambulan por los parques en busca de sapos. “Me imagino que la gran mayoría de la gente está buscando una experiencia psicodélica barata”, afirma al mismo periódico el científico británico James Rucker, psiquiatra del King's College de Londres.
Esta es una práctica conocida en la cultura popular y entre algunas celebridades. Por ejemplo, en un capítulo de los Simpson, Homero lame sapos y sufre alucinaciones. Entre las personas famosas que han recurrido al veneno de estos animales por su efecto psicodélico y para hacer todo tipo de rituales, están el excampeón de boxeo Mike Tyson, la comediante Chelsea Handler e incluso el hijo del presidente Joe Biden, Hunter Biden. El fotógrafo José Luis Abad falleció en 2010 tras un ritual chamánico basado en la inhalación de los vapores del veneno de uno de estos sapos, según recoge el periódico El País.
De envenenamientos a muertes: los riesgos para la salud de chupar sapos
Una persona puede enfermar si manipula el sapo o se mete el veneno en la boca, según el NPS. “Como decimos con la mayoría de las cosas que te encuentras en un parque nacional, ya sea una babosa banana, un hongo desconocido o un sapo grande con ojos brillantes en la oscuridad de la noche, por favor abstente de lamer”, señala.
Desde Drug Science destacan que chupar sapos puede ser "peligroso", ya que puede provocar envenenamientos e incluso muertes. Algunas investigaciones indican que las secreciones de sapo Bufo contienen glucósidos cardíacos (unos químicos que tienen efectos sobre el corazón, el estómago, los intestinos y el sistema nervioso), que pueden ser tóxicos y potencialmente mortales.
Rucker también aconseja no lamer estos animales. El experto investiga el posible potencial de la bufotenina y otras drogas naturales para tratar la depresión y el alcoholismo. Si bien “agitan la mente y pueden inducir sentimientos de euforia y éxtasis”, también advierte que pueden provocar pánico, paranoia y ansiedad severa, así como sacar a relucir sentimientos ocultos que pueden ser difíciles de procesar y manejar sin apoyo profesional.
Los sapos liberan toxinas para defenderse de otros animales
Los sapos del desierto de Sonora liberan esta toxina como un mecanismo "defensivo" contra "los animales que los acosan”, que generalmente se intoxican por la boca, la nariz o los ojos, como explica el Museo del Desierto de Arizona-Sonora.
Las toxinas son “lo suficientemente fuertes como para matar a los perros adultos que recogen o muerden los sapos”. Los síntomas de intoxicación, según cuentan desde el museo, son salivación excesiva, latidos cardíacos y andares irregulares. Si un perro muestra alguno de estos síntomas, lo más aconsejable es “usar una manguera de jardín para enjuagar su boca de atrás hacia adelante y consultar a un veterinario”.
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