La fobia a los petardos no afecta solamente a las personas. Este miedo a sonidos fuertes es frecuente también en los perros y otros animales y les provocará una reacción más o menos intensa, en función de factores relacionados con el aprendizaje, la conducta o la genética. De hecho, hay estudios, como el que publicó la revista Nature en base a las reacciones a los perros con los fuegos artificiales de Año Nuevo, que explican que el miedo al ruido es uno de los más frecuentes en perros de compañía.
La primera respuesta es la lucha o escape
Cuando nuestro perro escucha ruidos fuertes como el causado por fuegos artificiales o petardos, se activa en él la respuesta de lucha o escape. David Ordóñez, educador canino y coordinador del Máster Universitario en Intervención Asistida con Animales de la Universidad de Jaén y la Universidad Internacional de Andalucía, explica a Maldita.es, medio cofundador de Factchequeado, que esta respuesta de huida es el motivo por el que los perros muchas veces se pierden.
“Se trata de huida o ataque, pero un perro no puede atacar a un petardo porque, primero, es difícil localizarlo si no está al lado suyo y, en segundo lugar, tiene una opción más sencilla, que es la huida hacia un lugar más seguro”. A esto le acompaña una capacidad auditiva que, en el caso de los perros, es mayor que la de los humanos.
Esta forma de actuar se debe a que se produce una estimulación del sistema nervioso simpático, como respuesta fisiológica, que prepara al cuerpo para luchar contra ese peligro o huir de él, según explica el estudiante de Veterinaria Diego Delgado. Un mecanismo que también se activa en humanos cuando presenciamos cierto peligro y está ligado con el instinto de supervivencia.
La raza y la genética influyen en el desarrollo de una fobia
“Un perro de oreja alta y hacia arriba percibe los sonidos de una forma más intensa que un perro con las orejas caídas”, explica a Maldita.es, medio cofundador de Factchequeado, Batyah Ben David, etóloga del servicio de comportamiento animal de la Universidad Complutense de Madrid (España). Esto no significa que un perro con las orejas caídas no vaya a tener miedo a los ruidos, aclara la veterinaria, “lo que ocurre es que tiene la ventaja de que los va a oír menos fuertes”.
Además, es importante tener en cuenta el factor emocional del perro. Según Ben David, “podemos tener dos hermanos de una misma camada y que uno de ellos tenga miedo y el otro, no”. Si uno de ellos es nervioso y tiene ansiedad, “va a estar más predispuesto a no gestionar bien esos ruidos y, al final, ese miedo que debería ser adaptativo y puntual se convierte en fobia”.
La etóloga señala que también influye la genética, ya que hay razas con unos genes más propensos a tener Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) u otros trastornos de ansiedad, como es el caso de los border collies y pastores australianos.
Para entender la magnitud que puede alcanzar el miedo a este tipo de ruidos, un estudio de la relación de los perros con los fuegos artificiales en Año Nuevo indica que en una muestra de más de 1.000 perros analizados, un 52 % se vieron afectados, al menos parcialmente, por el miedo a los fuegos artificiales, y la mayoría desarrolló esta fobia en el primer año de vida. La investigación también indica que estos pueden ser el desencadenante más común de los miedos a los ruidos en los perros.
El período de socialización es clave para evitar fobia a ruidos fuertes
Para tener un perro equilibrado y sin miedo, la auxiliar veterinaria y educadora canina Mar Puig aconseja someterlo al mayor número de estímulos externos posibles, así como a situaciones que se va a encontrar cuando sea adulto: niños jugando en el parque (con sus gritos incluídos), gente con bastón, con barba… “De esta forma, la normalizan e interiorizan y no tienen esas reacciones de miedo, estrés o fobia”, añade. La educadora canina insiste en que este procedimiento debe comenzar durante la época de socialización, que coincide con el período de vacunación de los perros y va desde las ocho semanas a los cuatro meses.
“No es que los perros no se puedan habituar cuando son adultos” explica Puig. Pero si un perro con cinco años no ha escuchado nunca un ruido fuerte y, de repente, escucha un estruendo constante de petardos, “va a tener un comportamiento de terror porque no conoce la situación y le supera”.
Como ocurre en la especie humana, hay animales que desarrollan un miedo más intenso que otros
Como animales, en la especie humana hay personas a quienes sobrepasan determinadas situaciones. En cambio, otras se enfrentan al mismo problema con soltura. Por lo tanto, explica Puig, a nuestras mascotas les ocurrirá lo mismo.
De igual forma, entre animales de la misma o de diferente especie está también presente el factor de domesticación, que influirá en el desarrollo de una fobia. Ben David hace una comparación entre perros y gatos y explica que estos últimos, como normalmente están menos domesticados y tienen más instinto de animal cazador, suelen gestionar mejor los miedos que los perros.
La sobreprotección cuando un perro tiene miedo puede agravar la fobia a los ruidos, según Puig. Esto se debe a que con esta actitud es posible que el animal asocie el miedo con la conducta protectora de su dueño.
¿Cómo se trabaja este tipo de fobia en perros?
Como ocurre cuando la fobia la desarrolla un humano, la exposición al ruido para que el animal se habitúe a él es una de las técnicas más utilizadas en el tratamiento de estos trastornos. Se trata de que el perro se exponga progresivamente al ruido que le provoca la fobia hasta que consiga familiarizarse con él.
Ben David recomienda que esta habituación a ruidos fuertes se haga desde que el perro es un cachorro para prevenir que desarrolle una fobia. Eso sí, hace hincapié en que la habituación no se suele generalizar, ya que “un perro puede habituarse al sonido de un petardo, pero no al de una escopeta”. No obstante, la familiarización del perro con este tipo de ruidos “hará que posea las herramientas necesarias para gestionar mejor el ruido a la escopeta”.
Si este proceso se comienza con sonidos muy fuertes y no se hace de forma escalonada y paulatina, la veterinaria explica que “provoca una sensibilización del animal”. Si esto ocurre, podría producirse el efecto contrario y aumentar el grado de respuesta frente al estímulo que se le está enseñando.
Para trabajar este tipo de fobias, Puig aconseja acudir a un especialista, ya que puede existir una amplia pauta de comportamientos en el animal, visibles y no visibles por los humanos.
Ben David, por su parte, recomienda llevar al animal a un etólogo, un experto en comportamiento, quien estudiará si presenta otros trastornos: “Cuando un perro tiene fobia a los ruidos normalmente tiene otro problema de conducta, como ansiedad generalizada o agorafobia”.
Si el miedo del animal es muy grande, puede ser útil la medicación (pero siempre bajo la supervisión de un especialista). Si no es grave, “se puede trabajar con pautas sencillas”.
La educadora canina también recomienda tener en casa siempre preparado un cobijo en el que el animal pueda refugiarse, como puede ser una caseta para que se sienta seguro en situaciones que le asusten.
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Primera fecha de publicación de este artículo: 27/12/2022