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Tras la contundente victoria de Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos del 5 de noviembre de 2024 y considerando sus anuncios sobre deportaciones masivas, recorte de ayudas sociales y otras modificaciones drásticas en las políticas de educación o salud, la incertidumbre y la ansiedad son dos estados expandidos en parte de la comunidad de hispanos y latinos. Y no es para menos.
Hay evidencia (quedó muy claro durante la pandemia de COVID-19), que la desinformación se aprovecha de nuestras emociones y suele difundirse más en contextos cambiantes y carentes de certezas. Cuando la gente tiene dudas y existen vacíos informativos, los desinformantes (aquellos que lucran con las mentiras), sacan provecho y cuelan respuestas y soluciones, en general sencillas y hasta podríamos decir “mágicas”.
Por eso, queremos contarte cómo funciona la psicología humana y darte algunos consejos para que te protejas y no caigas ni compartas contenidos falsos o alarmistas.
Desde hace una semana, los medios aliados de Factchequeado y quienes usan nuestro chatbot de WhatsApp nos envían diariamente contenidos y consultas sobre posibles medidas que el candidato republicano electo adoptaría apenas llegue a la Casa Blanca el 20 de enero de 2025. Aunque nos encantaría responder todas las dudas y, ojalá, disipar temores, solemos repetir que la transparencia en relación al conocimiento que tenemos y del que carecemos es uno de los pilares del periodismo y la verificación de datos.
Como señala el informe Cómo se comunica la incertidumbre, que publicamos en 2020 Chequeado, Full Fact y Africa Check, “como chequeadores, motivamos a los individuos y a las organizaciones a que respalden sus afirmaciones con pruebas y a que se aseguren de que sus datos son correctos. Ayudamos a que el público entienda el significado de esas pruebas resumiéndolas y analizando su veracidad e importancia. Esto implica un cuidadoso equilibrio entre ser explícitos sobre la incertidumbre y los matices que pueden existir, y ser claros si creemos que las pruebas apuntan a una dirección en particular. Sin embargo, si bien reconocer la incertidumbre es clave para una verificación de datos confiable, también importa la manera en que la comunicamos, ya que afecta la forma en la que el público entiende, y modifica la confianza en los números y los comunicadores en sí”.
Si eres un comunicador o periodista, o sos quien suele aportar evidencia en las conversaciones de la mesa familiar o en tu grupo de WhatsApp, estas son las recomendaciones para comunicar en contexto de incertidumbre.
El estudio citado analizó en su mayoría literatura angloamericana sobre la comunicación de la incertidumbre y estas son algunas de las conclusiones:
Los formatos son clave. Las formas utilizadas para comunicar incertidumbre afectan lo que la gente puede entender e interpretar.
Los humanos necesitamos saber y tenemos aversión a la ambigüedad. Los sujetos estudiados por investigadores estadounidenses y de Europa Occidental comparten una preferencia por apuestas cuyos resultados conocen. No obstante, nuestro saber tiene límites. Es inevitable que haya cierto nivel de incertidumbre debido a las limitaciones en las mediciones que caracterizan a los datos sobre el pasado y el futuro o por el simple hecho de que cualquier predicción sobre el futuro se hace en base a un espectro de probabilidad.
Las palabras son más fáciles de entender que los números, pero son menos precisas. Ciertas dificultades, como de cálculo y jerga especializada, o que las grandes cantidades, como “billón”, son difíciles de imaginar, pueden hacer que algunos miembros del público se desentiendan en lo que se refiere a la comunicación numérica.
Es necesario ser explícitos sobre los rangos para comunicar la incertidumbre con claridad. Las expresiones verbales de cantidad también tienen sus limitaciones. No alcanza con solo agregar palabras como “estimado” para que la gente comprenda que una cifra específica, como el crecimiento del desempleo o la baja de criminalidad, porque ello engloba un abanico de escenarios posibles.
El público tiende a acumular las expresiones verbales de probabilidad. Cuando expresamos la probabilidad de resultados futuros, los términos como “probable” se pueden interpretar de diferentes maneras: para algunos, puede representar un 60%; para otros, un 30%. Sobre todo, como pasa en estos días con los medios y redes de los usuarios de Estados Unidos, leer de varias fuentes que algo es “probable” lleva a interpretarlo de manera errónea como “muy probable”. Entonces, ¡ojo! Que leas varias veces que habrá deportaciones masivas o se cerrará el Ministerio de Educación, eso no lo hace más probable de ocurrir. Aunque tampoco puede descartarse que ocurra.
Según explica la antropóloga Dora-Olivia Vicol, en una serie de experimentos se comprobó que las expresiones verbales de incertidumbre (frases como “las cifras pueden ser más altas o más bajas”) disminuyen levemente la confianza de los lectores en las cifras en cuestión y en los periodistas que las informan.
También hay pruebas que demuestran que la confianza disminuye cuando el resultado de algo que había sido considerado probable es diferente de lo que se esperaba según la predicción y cuando la incertidumbre no se especifica.
En síntesis, las formas de comunicar la incertidumbre afectan la confianza del público en los números y en los profesionales que los comparten. Sin embargo, estas limitaciones se pueden mitigar.
Ser específicos sobre nuestra incertidumbre, lo que sabemos y si hay un nivel de desacuerdo, cumple con el compromiso con la transparencia sin agregarle un manto de duda al mensaje entero.
Estas son las recomendaciones para comunicar en contexto de incertidumbre:
Ser transparente
Ser específicos sobre lo que es incierto
Indicar la incertidumbre en los datos existentes y escribir el valor principal con rangos numéricos entre paréntesis
Tener cuidado al usar números grandes y jerga especializada
Hay que analizar cómo se puede ayudar al público a procesar mejor la incertidumbre
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